Me parece que en alguna ocasión hemos comentado sobre la dificultad de encontrar un padre o director espiritual. Y es porque lo concebimos todavía como en nuestros tiempos jóvenes: un señor que inquiere en tu vida y te impone una normativa y vigila si la cumples o no. Creo que en este sentido resulta imposible admitirlo.
Me parece que el director espiritual puede venir incluso bien, concebido en otros términos. Por ejemplo: escuchar, ir haciendo ver dentro del terreno en que habla el interesado, animar, descubrir con el interesado los caminos del Señor para él, puntualizar lo esencial de los problemas, estimular a realizar los planes de Dios, conocer el proyecto individual del interesado para ir al Padre. Para un adulto no se puede admitir otro tipo de dirección a mi parecer.
1.- Gracias, Señor, porque me has dado la vida. Por haberme dado unos padres buenos, por la fe.
2.- La vida es un don de Dios, a pesar de los dolores y contratiempos. Es una preparación para la eternidad; damos gracias a Dios y nos preparamos con confianza y esfuerzo.
3.- Toma mi corazón; libéralo de los bienes mundanos y de los placeres de la tierra; que siempre quiero aspirar a Ti.
4.- Te amo con todo mi corazón; eres mi bien infinito y mi fidelidad eterna.
5.- Como Magdalena a tus pies, quiero darte lo mejor. Acogida del don de sí mismo que el esposo divino hace a la esposa, su Iglesia.
Viernes, 22 de febrero