Hay abusos evidentes en ciertas parroquias con relación la Santa Misa. Expongo la siguiente como botó de muestra llena de estulticia, mal gusto, irreverencia, antididáctica, pobre, sin fuste qué se yo… La presencié hace ya años, pero la recuerdo con todos los detalles. A ver si la lee algún liturgo de calderilla y procura evitar tan irreverentes espectáculos.
En una ciudad ni muy grande ni pequeña se celebró una misa con niños de la siguiente manera:
Celebración de la palabra: duración aproximada, 40 minutos. Canción: “No queremos coca cola ni queremos “mandenmán”; que nos hagan comprar cosas, sin parárnoslo a pensar”. Lee un niño una lectura, y otro, unos versículos del Evangelio. Se repiten cantos del tenor del inicial. El sacerdote se encuentra en medio de los niños con el micrófono en la mano en continuo diálogo. Ninguna oración ni cartas de San Pablo.
Homilia: “Vamos a jugar a “un, dos tres, responda otra vez”. Eliminatoria. Que escriba cada pareja por qué viene Jesús en Navidad y para qué. El celebrante elige a dos parejas ganadoras. Aquel día hubo empate.
Ofrecen los niños a elegir cuatro bultos tapados con sendas mantas y etiquetados del siguiente modo: Verano, Navidad, Reyes y una ? en el cuarto. Van escuchando los niños los valiosos premios que se ocultaban en cada uno de los tres primeros bultos: una casa en la Rioja para excursiones y reuniones; barra de turrón y botella de champán para cada feligrés y mil pesetas para cada niño; un juego difícil en el que se podía ganar hasta un millón de pesetas. Eligieron la ? De allí salió un hombre con un sobre en la mano, dentro un papel en el que se leían frases como ésta: “No al odio; sí al amor”, y varios consejos buenos.
Celebración de la Eucaristía: Sube el sacerdote al presbiterio. En ocho o diez minutos despacha la Misa. Respeta la fórmula de la consagración; lo demás lo inventa en el momento.
Los niños salían de la iglesia comentando: “Que tontos los que han participado; han dejado todo lo bueno y se han quedado con lo peor (o sea la frase y los consejos era lo peor para ellos). Y pienso que es lógica la reacción de los niños ante estas celebraciones indignas. ¿Cómo un niño va a saber discernir en una comparación entre “No al odio, sí al amor”, y los millones, el turrón y las excursiones perdidas?
¿Hasta cuándo se va a seguir con estas celebraciones estúpidas, irreverentes y absurdas? ¿Es que no se pueden celebrar Eucaristías con niños de manera que ellos entiendan, sientan la presencia de Jesús, oren, estén a gusto, y a la vez se respeten las acciones litúrgicas? Cuando yo era pequeño – y entonces la Misa se celebraba en latín – ya se arreglaban los curas para que sacáramos fruto y aumentara nuestra fe.
Hace falta que es sacerdote esté lleno de Dios. Entonces, sí, transmitirá incluso a los niños el mensaje de amor, adoración, acción de gracias, el verdadero sacrificio eucarístico. ¿Por qué los obispos no corrigen estos abusos? ¿No se dan cuenta de que lo único que con tanta charlatanería es la confusión de valores, la anarquía religiosa, el desprestigio de lo santo? El niño con estos precedentes, con mucha mayor dificultad dará el paso a la fe de adulto. ¿Cuántos mantendrán la fe dentro de veinte años?
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Martes, 19 de febrero