El fundador de la editorial española Anagrama, Jorge Herralde, señaló ayer en México que en los últimos años su compañía está más centrada en escritores latinoamericanos debido a la falta de un «boom» generacional de autores españoles como el que se dio en la década de los ochenta.
(EFE).-Herralde, que se encuentra en la capital mexicana para ofrecer una charla sobre la historia de esta casa editorial que cumplirá cuarenta años en abril del año próximo, indicó en una entrevista con Efe que la estrategia para que una empresa como Anagrama funcione «es muy fácil: publicar los mejores libros posibles».
«Lo más difícil es persistir en el intento durante tiempo y no defraudar, sino más bien lo contrario, con una curiosidad permanente, aguzada, por descubrir las nuevas voces que van saliendo en distintas literaturas», dijo.
Ese, agregó, es el secreto de Anagrama, «sobre todo desde hace seis o siete años, con un énfasis muy especial en América Latina».
El motivo es que aunque «existen excelentes escritores como Belén Gopegui y Andrés Barba» en las décadas pasada y actual «no ha surgido una generación similar a la de la nueva narrativa española de los ochenta», lo cual es algo cíclico que se da en todas las literaturas, dijo.
Herralde añadió que otra razón es que «en las diversas literaturas latinoamericanas están saliendo escritores muy interesantes» que Anagrama trata de captar.
Por ello, la editorial lleva poco más de un lustro publicando a todos los autores de esa región, al menos en su país de origen y en España.
Entre ellos se encuentran los mexicanos Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Javier Echeverría y Antonio Ortuño, el chileno Roberto Bolaño, el cubano José Acosta Sánchez, el peruano Alonso Cueto, el venezolano Gustavo Guerrero, el argentino Martín Kohan y la colombiana Natalia Aguirre Zimerman.
En una época en la que los grandes conglomerados han ido agrupando progresivamente a las editoriales tradicionales, Anagrama ha conseguido «aguantar el tirón» y mantener a sus escritores.
Eso ha sido posible en el marco de una «coexistencia relativamente pacífica» entre los grandes grupos y las editoriales independientes veteranas, indicó.
Sin embargo, desde el año 2000 se está dando un «fenómeno nuevo» en este mundillo, la aparición de «nuevas pequeñas editoriales, independientes y muy culturales, con pocos gastos y con mucha vocación, que es lo fundamental para un editor», explicó Herralde.
Acantilado, Minúscula, Libros del Asteroide, Gadir y Periférica son algunas de estas nuevas compañías que «vivifican el momento cultural de la época y aumentan el menú literario», dijo Herralde, que considera la situación actual «estimulante».
«Están haciendo una labor francamente muy buena, aprovechándose de los obligatorios resquicios de los grandes grupos, es decir, bastante de ellos se alimentan en buena parte de autores que habían publicado en grandes grupos pero que no consideraban rentable reeditarlos, los descatalogaban, y así ellos los empezaban a editar», dijo.
Como ejemplo, citó el caso de Acantilado con el austríaco Stefan Zweig, un autor que en los años 40 había sido publicado en España por Plaza & Janés.
Herralde no se mostró preocupado por el aumento de la competencia y vaticinó que «el libro en formato tradicional, de papel, va a persistir».
«Es un invento perfecto, no lo tienes que enchufar a nada, te lo puedes llevar a la playa y a la cama, donde quieras, es barato, al menos en España (…), yo creo que durante tiempo va a persistir el libro en papel coexistiendo con las nuevas tecnologías», sostuvo.
El próximo gran éxito de la temporada de Anagrama, según los augurios del editor, será la última novela de Paul Auster, «Un hombre en la oscuridad», que saldrá a finales de este mes en México y el 3 de octubre en España.