Lindsay Lohan: insaciable depredadora sexual

La vida sexual de Lindsay Lohan (Nueva York, 1986) sigue siendo mucho más excitante que la de los mediocres personajes que interpreta en películas como Herbie: A tope, Bobby o El día que me quieras y en series como Ugly Betty o Another World.

Como escribe Luis Landeira en ADN, no en vano, estamos hablando de una mujer que consume hombres con la misma alegría de quien se fuma un cigarrillo; por supuesto, luego tira la colilla y la pisa.

Lo último que sabemos, gracias al Daily Times, es que esta hedonista actriz y cantante mantuvo un tórrido encuentro sexual en un urinario con Landon Brown, artista de R&B, hijo mayor de Bobby Brown, ex hijastro de Whitney Houston y estrella del reality show de la MTV Rock the Cradle.

Según ha revelado el propio Landon, los hechos transcurrieron hace un par de años en un club nocturno de West Hollywood, donde se celebraba una fiesta privada.

Al parecer, Lindsay no dio demasiados rodeos antes de «entrarle» a Brown, que asegura que fue seducido por la bellísima pero pésima actriz:

«Lindsay y yo estuvimos muy, muy cerca. Desde que me vio no me quitó el ojo de encima y en cuanto me fui al baño, me siguió».

Una vez en el excusado, Lindsay le preguntó a Landon quién era y a qué se dedicaba. Él contestó y le hizo la misma pregunta, a lo que Lohan respondió:

«Me llamo Lindsay. Un día hice una película en la que interpretaba a una chillona con un gran corazón y me convertí en una celebridad. Ahora hago cosas como tener sexo en baños».

Y después, por supuesto, pasó lo que pasó, aunque Landon, que en el fondo es un caballero, ha preferido no entrar en detalles sobre las prácticas sexuales a las que se entregaron entre las paredes del retrete.

Landon Brown sí añadió que volvió a ver a Lindsay un par de veces después de su encuentro urinario, y que le encantaría repetir:

«La cosa no acabó mal, pero sí de forma algo extraña. Estoy intentando volver a quedar con ella y espero que esto ocurra lo antes posible».


El cuerpo del delito

Es de temer que el buen Landon lo tiene un poco crudo. Una, por bocazas; y otra, porque Lindsay, bisexual confesa que ya hace tiempo descubrió las mieles del amor sáfico (hay por ahí unas fotos muy picantes protagonizadas por ella y Paris Hilton), dicen que se casará el próximo mes de julio con la pinchadiscos Samantha Ronson, de la que está locamente enamorada.

Pero, aunque ahora haya sentado, por fin, la cabeza, Lindsay deja atrás un largo historial de amantes de usar y tirar: entre muchos otros, Carum Best, Wilmer Valderrada, Jared Leto… y Riley Giles, que fue todavía menos discreto que el hijo de Bobby Brown a la hora de describir sus ratos de cama con la turbulenta y explosiva Lindsay, contándolo todo con pelos y señales en el News Of The World:

«Lindsay dejó la coca y se enganchó a mí. Definitivamente, es una ninfómana. Es muy salvaje en la cama. Teníamos sexo un par de veces al día y luego durante toda la noche. Una vez lo hicimos cuatro veces de un tirón. Lindsay era insaciable, pedía más y más sexo. Lo hacíamos durante horas. La primera vez que lo hicimos fue brutal: casi no habíamos entrado por la puerta y ya nos estábamos arrancando la ropa el uno al otro».

No satisfecho con esta generosa colección de detalles íntimos, Giles recorrió con la memoria sus partes favoritas de la anatomía de la sex symbol neoyorquina:

«Lindsay es dueña de un cuerpo maravilloso. Su culo es fantástico, perfecto, duro y redondito. Tiene muchas curvas pero su vientre es terso, suave, angelical. Nunca tenía suficiente de ella… ni ella de mi».

Cabría añadir que Lindsay posee un cutis impecable, unos pechos como cántaros de miel, una boca irresistible y unos pies preciosos, sobre todo cuando se pinta las uñas de rojo.

Todo ello puede apreciarse en las sesiones de fotos que hizo para publicaciones como GQ o New York, donde posó desnuda y con peluca y maquillaje a lo Marilyn, mostrando un cuerpo serrano que le ha valido para ser elegida una de las mujeres más sexys del universo en medios como FHM, Askmen o Maxim.

Flexible y muy buena en la cama

En el currículum húmedo de Lindsay también figura el baterista italiano Alessandro di Nunzio que, como Giles y Brown, sacó la lengua a pasear, comentando que conoció a Lindsay en un bar de Capri y, seis horas y muchos vodkas después, ella se lo llevó a su hotel para una sesión de sexo salvaje:

«Lindsay es muy buena y experta en la cama. Quería hacer de todo en todas las posturas. Además, es muy flexible y apasionada».

O sea, que Alessandro se quedó encantado con ella, aunque el recuerdo se volvió agridulce cuando supo que, unas horas más tarde, la actriz estaba en brazos del actor italiano Eduardo Costa y que, poco después, también metió en su cama un par de noches a otro intérprete de la tierra: Dario Faiella.

La adicción al sexo de Lindsay fue ratificada por un interno del centro de desintoxicación Cirque Lodge, que afirmó que la actriz había sustituido el consumo compulsivo de drogas por el furor uterino: «Tiene continuos sueños eróticos con sus ex novios y está obsesionada con el sexo».

El resto, es historia (con minúscula y en amarillo, claro): arrestos por conducir ebria y por posesión de sustancias ilegales, noticias sobre videos y fotos pornográficas con diferentes hombres y mujeres, largas e intermitentes temporadas en clínicas de desintoxicación, detenciones por robar trapitos caros… una joya.

Pero, si no fuera por este largo historial erótico-delictivo, seguro que no tendría ni la mitad de morbo. Ellos (y ellas) las prefieren malas.

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