Darling ya es un nombre de mujer en España

Darling Vélez Salazar lleva 33 años siendo Darling Vélez Salazar. Sin embargo, sólo hace unos meses que es española, ya que nació en Colombia. Emigró a España y logró la doble nacionalidad, pero estuvo a punto de perder su nombre por el camino.

(EFE).-El Registro Civil de Madrid pretendía que lo cambiar por otro «del santoral» si quería regularizar sus papeles. Sin embargo, Darling peleó y ha logrado que tengan que inscribirla con su nombre. Esta resolución judicial, en palabras de Darling (cariño, en inglés), le permitirá mantener no sólo su «identidad real», sino también y más importe, su «dignidad».

A esta mujer se le había concedido la nacionalidad española pero el juez encargado del Registro Civil Unico de Madrid no le permitió registrarse con su nombre «al no ser admisible en la legislación española», por lo que le aconsejó que se lo cambiara por otro «de un listado que le mostró o por los del santoral», según explica su abogado, Gustavo Fajardo.

«Otra mujer que estaba conmigo haciendo el mismo trámite se lo cambió, pero yo no quise, porque era como renunciar a mi identidad y a mi dignidad y atentaba contra mi integridad como persona», dice la propia Darling, que hoy ha comparecido para mostrar su satisfacción ante los medios, junto a miembros de la organización AESCO (América, España, Solidaridad y Cooperación) que le han acompañado en este proceso.

Un «antropónimo de fantasía apto»

Reconoce que alguna vez cayó en el desánimo, ya que quedó suspendida su inscripción, y pensó en que debería ceder a las normas impuestas en el registro. «Pero al final seguí, porque quería que en mi documentación apareciera mi nombre», asegura Darling, quien explica que en Colombia son normales los anglicismos de este tipo. El abogado de esta asociación, que defiende los derechos de los inmigrantes, ha elogiado el arrojo de Darling porque «ha arriesgado la posibilidad de perder su nacionalidad para intentar que primaran sus derechos como mujer y como persona».

Ante estas situaciones, «centenares de inmigrantes que tienen urgencia de coger su DNI, de traerse a su familia o de concluir con el via crucis del papeleo aceptan cambiar su identidad», explica el letrado, quien ha señalado que conoce 24 casos similares y que de ellos 12 han elegido cambiarlo, muchos por uno vasco, «porque no ponen problemas para registrar un nombre vasco, pero sí uno que es legal en Colombia». «El caso de Darling es como una bandera de confrontación contra una política de marginación y de exclusión contra la inmigración porque se negaba un elemento esencial: el ser humano sin el nombre no es ser humano, el nombre es el alma del ser humano», ha añadido Fajardo. Según el abogado, el Estado debería favorecer la formación de nuevos jueces «con los manuales de la democracia y no con los del franquismo» para evitar que se adoptaran decisiones «arbitrarias», como la de su cliente.

En el recurso presentado ante el registro, la defensa de la mujer alegó que el nombre no era indecoroso ni atentaba contra el orden público, que no puede ser cambiado contra su voluntad y que la exigencia de hacerlo atenta contra un principio internacional de reciprocidad, ya que en Colombia al inscribir a los nacionalizados no les impone esta obligación. Además, que este cambio obligaría a la mujer a revisar, desde su nacimiento, todos los actos jurídicos en los que ha intervenido a lo largo de su vida y a modificar toda su documentación oficial. El caso ha sido resuelto por la Dirección General de los Registros y del Notariado que establece que «la contestación ha de ser forzosamente afirmativa, porque Darling ha de ser considerado como un antropónimo de fantasía apto para designar a hombre o mujer y no incurre en ninguna de las prohibiciones» que fija la ley.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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