Las sociedades modernas (con crisis o sin ella) vacacionan. Y los desplazamientos de población en verano (especialmente en los meses de julio y agosto) son masivos. Las ciudades se vacían y se llenan las playas y el campo. Este éxodo urbanita masivo afecta también a la pastoral. La gente regresa a las aldeas y a los pueblos. Y las misas de los domingos vuelven a ser casi como antes. Y no digamos en las parroquias de las playas, abarrotadas de gente, que tamibén en vacaciones busca sustento espiritual.
Cuentan que Dios al crearnos, nos regaló la vida, llena de cristales. Unos seres humanos la convirtieron en bellos y limpios cristales, para poder ver todo como 'presencia o huellas' de Dios; así, todas las cosas eran como reflejo limpio y radiante de Dios-Amor. Por eso, el Espíritu de Dios se multiplicó en la tierra. Pero otros humanos la convirtieron en espejo. Y, claro, Dios 'desapareció' de ellos. Cada uno empezó a verse a sí mismo y sólo a él. Incluso algunos buscaron 'apañarla', con marco y todo, para creerse Dios.
Cuenta El Corrego Gallego que el cardenal Carlos Amigo, arzobispo de Sevilla desde hace un montón de años, sabe elegir con muy buen tino los lugares donde poder cargar las pilas a gusto después de largos meses de trabajo y ha vuelto a apostar por el balneario de Mondariz a la hora de pasar unas pequeñas pero relajantes vacaciones. El cardenal, que veranea desde hace ya diez años en este magnífico enclave de la provincia de Pontevedra, famosísimo en toda la galaxia cósmica por la calidad de sus aguas y el nivelazo de las instalaciones del hotel balneario, acaba de llegar de nuevo a su retiro vacacional y estrenó sus días de descanso celebrando una eucaristía para los agüístas y turistas.
Miércoles, 20 de febrero