Este partido, de la mano de un Riverita que parece más ambicioso de que capaz, ha dado muchos tumbos. Nació como un PSC exento de nacionalismo, o sea, de izquierdas; se escoró hacia el centro, para captar votantes catalanes de derechas, se hizo de derechas cuando muchos desencantados del PP lo eligieron como refugio y ahora quiere volver a la izquierda ante el temor de que Vox lo fagocite.
Ciudadanos ha pactado con el PSOE y con el PP, pero mientras con unos lo hace incondicionalmente a los otros les exige mucho. Recuérdese que si hay un ocupa en La Moncloa es a causa de una metida de pata de Riverita.
Los votantes de Ciudadanos que proceden de la derecha pueden volver al PP u optar por Vox, posibilidad que genera mucho pánico en la formación naranja, que en su día trató de absorber con malas artes a UPyD -incluso hubo un pacto secreto en este sentido entre Riverita y Toni Cantó- y no quiere probar su propia medicina.
Para disimular sus vaivenes alegan que solo pactan con partidos constitucionalistas y tratan de igualar a Vox con Podemos, o lo que es lo mismo, a un partido en el que hay víctimas del terrorismo con otro en el que abundan los amigos y los admiradores de los terroristas. Lo cierto es que hay partidos que respetan la Constitución y partidos que no, y entre los que no está el PSOE actual, junto a todos los demás de la izquierda y la extrema izquierda, y los de la extrema derecha, que son los nacionalistas catalanes y vascos.
Ciudadanos va dando tumbos y Vox viene hablando con claridad. De las medidas que propone, unas gustan más y otras menos, pero las que gustan más son más urgentes y más fáciles de llevar a la práctica. Las que gustan menos actuarán en su contra una vez que se clarifique el panorama político.
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