Parece ser que formaba parte del testamento vital del finado, por lo que los familiares que la encargaron no tienen ninguna culpa, sino que se limitaron a cumplir el encargo.
La esquela fue publicada en La Vanguardia el 8 de febrero y dice así:
«Emilio Miró Paniello
Hijo de Pilar y Emilio. Ha dejado este mundo sin haber aportado nada de interés. Creyente en un Dios que espero que exista. Sus primos y demás familia lo comunican a sus amigos y conocidos, y les ruegan un recuerdo en sus oraciones. La ceremonia tendrá lugar mañana, día 9 de febrero del 2018, a las 15.30 horas.
Tanatorio Sancho de Ávila»
Se observa que la esquela la firman los primos y sin embargo contiene el sintagma ‘espero que exista’, que lógicamente ha sido escrito por una sola persona. Hay que reparar también en que afirma que no ha aportado nada de interés y, sin embargo, espera que Dios exista. O sea, que esperaba entrar en el cielo porque sí, sin mérito alguno que le sirva de salvoconducto.
Por otro lado, ¿quién decide qué cosas tienen interés y cuáles no? Porque un buen número de habitantes de este planeta, no es que no hagan nada de interés, es que se dedican a hacer el mal, a fastidiar al prójimo, a humillarlo, y en este sentido el propio protagonista de la esquela ha obligado a sus parientes a humillarlo a él, al imponerles este texto. No parece haberles importado mucho, porque podrían haber añadido una explicación al lado de la esquela, pero ha tenido que llegar alguien hasta ellos y preguntárselo para averiguar la verdad y tampoco parece probable que llegue a todo el mundo, o que se recuerde dentro de diez años si alguien la vuelve a sacar a relucir.
El sentido del humor está muy bien, pero hay que tener en cuenta que no nos salva de la muerte.

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