A la vista de las reacciones que suscita, se puede pensar que la corrupción enoja a los ciudadanos, pero si se presta un poco de atención se cae en la cuenta de que sólo es así cuando afecta al PP.
Una mirada todavía más profunda revela que, en realidad, no molesta tanto, puesto que el partido que ha hecho bandera de la lucha contra la corrupción se ha quedado fuera del Parlamento.
Tampoco se tiene en cuenta toda la corrupción, si no sólo la que tiene que ver con la caja y, como se ha dicho antes, según quien la perpetre.
Los partidos nacionalistas, sin ir más lejos, son intrínsecamente corruptos, puesto que no tienen como finalidad servir a los ciudadanos, sino que su afán consiste en considerarlos como un ganado al que hay que llevar al redil. Es curioso que haya personas inteligentes que consideren que es apropiado que se obligue a los integrantes del ganado a aprender lenguas que no necesitan o se les inste a seguir costumbres ya pasadas de moda. Sin tener en cuenta esa perversión que consiste en tomar la historia no como fuente de enseñanzas para no repetir errores, sino como corsé para el futuro.
El nacionalismo de izquierdas además es una mentira. O se es de izquierdas o se es nacionalista. No se puede sorber y soplar al mismo tiempo.
Podemos, por su parte, es un partido al que se le mire por donde se le mire no se le encuentra ninguna intención democrática, ni tampoco ningún gesto en sus componentes que delate que en el fondo, aunque sea muy en el fondo, son democráticos. Para Podemos la democracia es el medio con el cual pretende alcanzar su fin, que es el poder. Si lo consigue, no lo piensa soltar. Les molesta que salga a la luz su relación con los gobiernos de Irán y Venezuela. Pues que los condenen claramente y de modo que aquellos se enteren.
‘Internet negro’
‘Manual de insultos para políticos’
‘Los hombres que susurran a las máquinas’
‘Al pie de una pared sin puerta’
‘A pesar de los pesares’
‘El árbol del silencio’
‘El bucle’
‘Versus’