Consecuencias de la macrorredada contra la corrupción

Deberíamos felicitarnos por el hecho de que la Justicia, a pesar de los intentos por amordazarla y de los pocos medios que tiene vaya haciendo su camino.
De donde se deduce que si la Justicia fuera independiente y gozara de los medios que necesita la corrupción sería mucho menor. Conviene tener presente que la corrupción no se circunscribe al dinero, sino que se extiende por todas las facetas del quehacer humano. Hay partidos políticos corruptos desde la propia base, ya que son prisioneros del populismo.
Fue el primer gobierno de Felipe González el que, sin medir las consecuencias a que daría lugar en el futuro su acto, decidió cercenar de raíz la poca independencia de que gozaba en aquel momento el Poder Judicial. Ninguno de los gobiernos posteriores se la ha restablecido, a pesar de que es imprescindible para el buen funcionamiento de la democracia. Sólo un partido, UPyD, exige que se le restituya. Y a pesar de esto, y de su buen hacer con sus escasos medios, como es la querella contra Bankia, o su oposición frontal y directa a tener contemplaciones con los nacionalistas y con los terroristas, no recoge el aplauso del público en la medida en que lo que merece, sino que este aplauso va a partidos que tontean con los nacionalistas, que tontean con los terroristas, que tontean con los chavistas, que tontean con los islamistas del Irán.
Y es que en España no hay tradición democrática y, como consecuencia, el español medio no se siente responsable de lo que ocurre. A pesar de que ha estado apoyando la corrupción con sus votos y con sus actos, porque la corrupción dineraria a pequeña escala es abundante en España, el personal no se siente responsable. Quienes culpan al PP de la corrupción y olvidan la del PSOE; quienes culpan la del PSOE y no ven la del PP, no se sienten responsables. No hablemos de los nacionalistas, que esos no ven nada. Como consecuencia, la catástrofe puede estar cerca. Los hay que hablan como si el dinero surgiera por arte de magia y olvidan que estamos condenando a las generaciones futuras. Conviene olvidar el capricho a la hora de votar. Churchill habló de sangre, sudor y lágrimas y la realidad es esa.
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Vicente Torres

Vicente Torres es Coautor de '1978. El año en que España cambió de piel' y autor de 'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades' y 'Yo estoy loco', 'Diario de un escritor naíf', 'El Parotet y otros asuntos' y '2016. Año bisiesto'. He participado en los libros 'Tus colores son los míos', 'Enrique Senís-Oliver' y 'Palabras para Ashraf'.

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