La enseñanza no es monopolio de los padres

El Estado tiene la obligación de velar por todos sus ciudadanos, especialmente por los más indefensos, los ancianos y los niños. Otra cosa es que lo haga de modo correcto. Suponer que todos los padres quieren lo mejor para sus hijos y están dispuestos a luchar por conseguirlo es algo peligrosamente optimista. Es dejar a los niños a merced de las fuerzas del destino, que a menudo no traen nada bueno para ellos.
Como es lógico pensar, el Estado no debe inducirlos a profesar ninguna religión, tampoco impedir que la profesen, salvo que tenga que ver con alguna secta, y como tal, peligrosa. La misión estatal consistiría en enseñar a los niños a cultivar su criterio propio y a tomar decisiones por sí mismos. Las que cada uno crea que debe tomar en un momento determinado. Cuestión distinta es que en algunas Comunidades Autónomas, si no en todas, se les lleve como si fueran un ganado al lugar que nuestros caciques de hogaño piensan que deben ir. Los ciudadanos que soportamos estos abusos de nuestros gobernantes somos responsables del desaguisado. Y en lugar de protestar y exigir que la enseñanza busque favorecer a los niños, se dirige la protesta por el camino equivocado, quizá con la intención de favorecer a algún sector, no a quienes debe.
Los niños constituyen el mayor tesoro de un país, y no cuidarlos adecuadamente entraña una grave responsabilidad moral. Nunca deberían recortarse los gastos destinados a Educación y no debería malgastarse ni un solo céntimo en asuntos que sólo interesan a los políticos. La culpa de que se cometan tantos desmanes con los niños nos alcanza a todos y no sólo a los consejeros de Educación. Los partidos políticos no deberían hacer política con esto, pero en esta materia quizá no puedan ponerse de acuerdo, lo cual es bastante indicativo de la clase de democracia que tenemos.
‘Factor Emocional’
‘Leyendas de Bécquer contadas a los niños’
‘Guía de supervivencia de Amelia frente a matones’
‘El Quijote contado a los niños’
‘La aventura del cálculo’
‘Chitón. Historia de una infancia’
‘Diario de Amelia’
‘Antes de que se me olvide’

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Vicente Torres

Vicente Torres es Coautor de '1978. El año en que España cambió de piel' y autor de 'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades' y 'Yo estoy loco', 'Diario de un escritor naíf', 'El Parotet y otros asuntos' y '2016. Año bisiesto'. He participado en los libros 'Tus colores son los míos', 'Enrique Senís-Oliver' y 'Palabras para Ashraf'.

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