A propósito de Jesús Neira

Jesús Neira debería ser un ejemplo para todos, alguien a quien emular. Defendió a una mujer que estaba siendo maltratada y el agresor, lejos de recapacitar y calmarse, se revolvió contra él y le propinó una paliza a resultas de la cual está en coma. La mujer que estaba siendo agredida ha salido en defensa del agresor, con lo que ha demostrado que su vileza iguala a la de su agresor. El cúmulo de despropósitos no termina ahí, puesto que el papel de la sanidad española no ha estado a la altura. No merece la pena hablar del ministro Soria. Ni tampoco de la búsqueda de culpables por las distintas Administraciones implicadas.
Del que conviene hablar es del héroe que, lejos de desentenderse de lo que estaba viendo, cumplió con su obligación. Lo que deberían hacer ahora los políticos es premiar a Jesús Neira, con el objeto de fomentar este tipo de comportamientos. La actitud de los políticos, en cambio, a lo que lleva es a que cualquiera se lo piense dos veces antes de meterse en donde no le llaman.
Algo similar ocurrió en otro caso que ya conté, con motivo de un atraco a una sucursal bancaria de Valencia. Un facineroso, armado con una navaja de grandes dimensiones, mantenía a un rehén mientras pateaba violentamente el recinto blindado de la caja, con el fin de la abrieran para tomar el dinero existente. Los empleados que estaban dentro no demostraban ninguna intención de abrir. Algunos de los que estaban fuera tenían llave para abrir, pero tampoco hicieron nada para socorrer al rehén. El atracador, se supo más tarde, cumplía una condena de 25 años y disfrutaba de permiso.
Un jubilado cliente de la entidad bancaria, Guillermo Caballero Martínez, decidió jugarse la vida por defender a quien estaba en peligro. Pronto rodaron él y el atracador por el suelo y éste se levantó de un salto y, navaja en mano, amenazó a quien se le había enfrentado. Entonces apareció otro cliente, también jubilado, Julio Antonio Casino Ibáñez, que armado con una silla se abalanzó sobre el atracador, que visto el cariz que tomaban las cosas y que ya era imposible que lograra robar, optó por huir.
Afortunadamente, no ocurrió nada, pero muy bien pudo haber un muerto o más. Los héroes no han recibido ningún premio por su acción, de modo que si lo cuentan puede que se les tome por tontos. Los políticos deberían comprender, si fueran capaces, que es primordial fomentar este modo de proceder. No debería costarles tanto condecorar a estas personas tan valiosas.
‘La elegancia del erizo’
‘El gran libro de los insultos’
‘Hablar con corrección’
‘El interior del bosque’
‘Platón. Protágoras, Gorgias, Menón’
‘El sueño milenario’
‘El sanador de caballos’
‘El profesor en la trinchera’

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Vicente Torres

Vicente Torres es Coautor de '1978. El año en que España cambió de piel' y autor de 'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades' y 'Yo estoy loco', 'Diario de un escritor naíf', 'El Parotet y otros asuntos' y '2016. Año bisiesto'. He participado en los libros 'Tus colores son los míos', 'Enrique Senís-Oliver' y 'Palabras para Ashraf'.

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