‘La casa de mi infancia estaba situada en un acantilado y estaba expuesta al tiempo más turbulento’, escribía Christian Dior en su autobiografía.
Como si se tratase de un homenaje a lo salvaje de la naturaleza que nunca dejó de inspirar al modisto, fue en Granville, en un paisaje rocoso azotado por el viento, donde la mujer Dior estableció su territorio para la campaña de otoño/invierno 2015-16.
Los estampados de inspiración animal cubriendo sus prendas y sus bolsos diorama, sus botas altas que se adaptan como una segunda piel, todo ello diseñado por Raf Simons, han sido capturadas por la lente de Willy Vanderperre, pareciendo que se funde en el duro paisaje, como un nuevo tipo de camuflaje, uno que es muy femenino y muy Dior.