Manuel Chaves, el nuevo vicepresidente, suda la camiseta… ¡en la playa!

Manuel Chaves, el nuevo vicepresidente, suda la camiseta... ¡en la playa!

(PD).- Y en su primer día en el cargo, el flamante vicepresidente tercero del Gobierno y ministro de Política Territorial, se fue a la playa a celebrar su nombramiento. Manuel Chaves disfruta como un bañista más a la orilla del mar, en onubense arena de La Antilla (Lepe), pese a que el presidente Zapatero ordenaba el miércoles a todos los miembros de su nuevo Ejecutivo que no salieran de vacaciones en Semana Santa para no perder ni un segundo en combatir la crisis económica.

Como revela Javier Pons en El Mundo -con foto incluida- el casi siempre indolente Chaves ha obviado este mandato del presidente y desde la noche del mismo Miércoles Santo descansa en un chalé de la tranquila playa onubense.

No es el único que ha tomado las de Villadiego. Ni Carme Chacón, ni José Blanco están trabajando en sus despachos. Según desveló la COPE, la titular de Defensa disfruta de unos días en Lanzarote con su familia y José Blanco volvió a su tierra -a Mondoñaedo exactamente- tras su reunión con Salgado.

LAS VACACIONES DE MANUEL CHÁVES

El nuevo vicepresidente llegó el miércoles a La Antilla tras tomar posesión de su cargo y hacerse la foto de familia del nuevo Ejecutivo en las escaleras de La Moncloa. Antes, hizo una breve escala en Sevilla para dar una rueda de prensa en la Casa Rosa, a las 18.00 horas, en la que se despedía oficialmente como presidente de la Junta de Andalucía.

Chaves se plantó a más de 600 kilómetros de su nuevo lugar de trabajo en Madrid.

Esta decisión del nuevo ministro de Política Territorial pone en evidencia las palabras de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que había dicho ese mismo miércoles:

«Todos los ministros, estos cuatro días, vamos a trabajar porque, precisamente, vamos a aprovechar el tiempo en el que no hay la presión del despacho, del día a día, para poder planificar un poquito».

Pero parece que Chaves no se ha tomado en serio las palabras de De la Vega y cambió su despacho ministerial por un chalé en la playa de La Antilla.

No se le esperaba por Madrid hasta el domingo, pero el Viernes santo y a la vista del cachondeo general, optó por dejar la playa y retornar a la capital de España, donde empezó a reunirse con Elena Salgado y otros ministros.

UN NOMBRAMIENTO CHOCANTE

No deja de resultar chocante, cuasi provocador, el hecho de que un Gobierno que tiene como principal tarea la lucha contra el paro instale en una de sus vicepresidencias a quien, hasta hace un par de días y durante los últimos veinte años, ha sido presidente de la Junta de Andalucía.

Manuel Chaves es el protagonista principal de una gestión que se resume en la cota del 27 por ciento de paro sobre la población activa: prácticamente, el doble de la media española y el cuádruplo de la europea.

La vara de medir méritos políticos que utiliza José Luis Rodríguez Zapatero tiene que ser bastante fofa para no detectar una calamidad de semejante porte.

Andalucía es, con gran diferencia sobre la siguiente, la región de Europa con mayor abundancia de parados.

Salvo que de lo que se trate -como subraya Manuel Martín Ferrand en ABC– sea de redimir a las ocho provincias del Sur de una carga tan notable y de una influencia tan nefasta, es difícil explicar el ascenso de este viejo barón socialista, hijo del felipismo y la contumacia y maestro en las mañas del clientelismo electoral.

EL PRECIO QUE PAGARÁ ZAPATERO

La vocación «bañista» de Manuel Chaves rtiene que haberle dado un escalofrñio a Zapatero, cuyo margen de maniobra es estrecho y cuya autoridad ha sido puesta ya en solfa, desde el primer día.

En la decisión de Zapatero de retirar a Chaves de la Junta ha pesado sin dudala sangría de votos que ha empezado a sufrir el PSOE en Andalucía.

Aunque en las elecciones autonómicas de 2008 Chaves revalidó la mayoría absoluta, el PP obtuvo los mejores resultados de su historia y le recortó 15 escaños. En el último año la valoración de Chaves ha caído en picado en las encuestas y algunos sondeos sitúan ya al PP a un solo punto de distancia del PSOE.

A este desgaste del dirigente andaluz han contribuido tanto los numerosos casos de corrupción como la delicada situación económica por la que atraviesa la región. Después de tres décadas seguidas de gobiernos socialistas, en los que el PSOE se ha convertido casi en un partido-régimen, la Administración se ha transformado en un sistema cerrado en el que han proliferado las irregularidades y los escándalos, algunos de ellos protagonizados por el apellido Chaves, es decir, por los hermanos de quien durante 19 años ha presidido la Junta.

En el capítulo económico, Andalucía sigue a la cola en la mayoría de indicadores de desarrollo pese a todas las ayudas recibidas.Chaves encontró la región con 700.000 desempleados y la deja superando el millón, y el servicio de estudios de Unicaja prevé que en 2009 la comunidad alcanzará una tasa de paro del 27% que afectará a más de 1.100.000 personas.

El experimento de Zapatero puede tener contraindicaciones para sus propios intereses, tanto en Andalucía como en Madrid. Chaves ha consentido entrar en el Gobierno a cambio de seguir como secretario general del PSOE-A y de nombrar a su sucesor en la Junta: José Antonio Griñán. Con un presidente heredero que no ha sido votado en las urnas, su precariedad será manifiesta frente a un Arenas 11 años más joven y crecido como referente del PP.

Por otra parte, está por ver el aguante y la disciplina de Chaves a las órdenes de Zapatero, acostumbrado como está a hacer y deshacer a su antojo. Ha escogido como secretario de Estado nada menos que a Gaspar Zarrías, su hasta ahora vicepresidente primero en la Junta, célebre protagonista de votaciones en el Senado con pies y manos y del pucherazo contra Borrell en las primarias socialistas.

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