Rita Barberá: «Mariano, esto es muy grave; tienes que salir tú»

(PD).- La oficina de prensa del Partido Popular congregó a los periodistas para la rueda de prensa posterior del Comité Ejecutivo Nacional de su partido, convocado con carácter extraordinario. El tema: «La cacería orquestada contra el PP«. «Va a salir María Dolores de Cospedal a hablar«, anunciaban. Pero al final salió Rajoy y con todos los altos cargos haciendo piña con él. ¿Qué ocurrió en esa sala? Que Rita Barberá cogió a Mariano de las solapas.

La Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, salió a dar la cara el domingo tras las continuas publicaciones en El País de parte del sumario contra la trama de corrupción de la Comunidad de Madrid. Acusó al PSOE de instigar «esta campaña de acoso y derribo» en periodo preelectoral y pidió a los socialistas que dejen de utilizar las instituciones del Estado, como la Fiscalía General o el Ministerio del Interior en este asunto. Mientras, Mariano Rajoy estaba de campaña en Suiza.

Pero, tras su regreso de este país, la gravedad de lo que estaba ocurriendo hizo a Mariano Rajoy tomar las riendas. El líder del PP convocó para el lunes al comité de dirección, destinado a «fijar estrategia, argumentos y línea de actuación». Rajoy sabe que su futuro político pende de un hilo y la broma ha terminado.

Ese mismo martes, en el Congreso, el presidente del Gobierno se vio acorralado por el líder de la oposición. Mariano Rajoy advirtió a ZP que «hará lo que sea por el interés general», pero no está para «perder el tiempo» apoyando «medidas disparatadas». En definitiva: que rectifique. En la contrarréplica, ya sin papeles, Rajoy dio la puntilla al jefe del Ejecutivo: «¿Quién es ahora el apocalíptico y catastrofista?» Zapatero se dedicó, noqueado, a aplicar cataplasmas en la sangrante herida. Su actuación despertó la euforia en la bancada «popular».

La firmeza de Rajoy, en el monográfico sobre la crisis en el Parlamento, tuvo su continuación en la actuación del líder popular tras conocerse que el juez Baltasar Garzón, que instruye la causa contra la corrupción en la Comunidad de Madrid, y el ministro Bermejo habían pasado el fin de semana juntos de cacería.

El miércoles, y con carácter extraordinario, la cúpula dirigente de Génova reunió al Comité Ejecutivo Nacional. Y el Partido Popular cerró filas. Pese a que en un principio el servicio de prensa había convocado a los periodistas a una rueda de prensa de María Dolores de Cospedal, Rita Barberá convenció a Mariano Rajoy para que fuera él mismo el que encabezara el encuentro con los medios. Según informan fuentes internas a Periodista Digital, estas fueron las palabras de la alcaldesa de Valencia:

«Esto es muy grave, Mariano. Tienes que ser tú. Y nosotros detrás. Todos».

Y la receta Barberá funcionó a las mil maravillas. La contundencia de Rajoy en sus últimas actuaciones ha sido un chute de entusiasmo para un partido que no atraviesa por buenos momentos. Como escribe Manolo Martín Ferrand en ABC, «Rajoy cabalga de nuevo».

«Estuvo bien Rajoy apareciéndose ante los españoles rodeado por todos los integrantes de la Junta Nacional de su partido para trasladar una imagen de unidad que, aunque esté prendida con alfileres, tiende a reforzarse ante una agresión tan brutal y sectaria como la que padecen en las últimas semanas. Son muchos los episodios de corrupción que salpican al PP, y ello debiera llevar a la constitución de una comisión gestora para el partido en Madrid que avente la más mínima responsabilidad; pero es, en su caso, corrupción de las personas. No del partido. Su presidente dejó claro que «ni un solo euro» procedente de tan feos desaguisados como los que contemplamos ha ido a engordar las arcas del PP. Es decir, no cabe la hipótesis de un caso de financiación irregular de un grupo político -experiencia que el PSOE conoce con detalle-, sino en una casual conjunción de chorizos que deben ser depurados. De ahí el acierto de Rajoy, que después de una larga siesta parece transfigurado, al requerir que se levante el secreto del sumario que instruye el justiciero Garzón. La oscuridad con filtraciones dolosas, más que proteger a las personas, perjudica al grupo que es víctima de una instrumentalización de la Justicia que, si las apariencias no engañan, encauza el Fiscal General del Estado, Conde-Pumpido. Cándido, sólo de nombre».

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