El doble rasero de la Fiscalía y la Audiencia

El doble rasero de la Fiscalía y la Audiencia

(PD).- Contra la corrupción no caben medias tintas: hay que cortar la mano del que la tenga demasiado larga. Limpieza y transparencia; depuración política y, si ha lugar, sanción penal. No hay otra receta. Cualquier partido o estructura de poder puede sufrir episodios de abuso de posición preeminente, cohecho, soborno o tráfico de influencias, pero lo importante es el modo en que los aborda. Y ahora que es al PP al que le ha tocado sentirse piedra de escándalo, no puede hacer otra cosa que aquello que exigió cuando los abusos surgían en la acera de enfrente.

Según escribe Ignacio Camacho en ABC, «la existencia de un manifiesto doble rasero en la Fiscalía y en la Audiencia, la filtración delictiva del sumario y hasta el probable diseño de una operación destinada a liquidar las expectativas políticas de la oposición en un momento de enorme debilidad del Gobierno no bastan para soslayar los preocupantes indicios de una trama corrupta en autonomías en las que el Partido Popular ha creado grandes aparatos de poder, que suelen dar lugar a excrecencias indeseables«.

El asunto es delicado porque compromete su credibilidad colectiva, y el único modo de abordarlo es a tumba abierta, sin prejuicios ni tapujos. Se trata de un desafío difícil en el que sin duda pesarán los clásicos resortes autodefensivos, pero en estos casos no valen los cortafuegos ni los encubrimientos. Los ciudadanos tienen que percibir que el PP trata la corrupción en su propio ámbito de la misma manera que reclama en el adversario.

Esa actitud requiere mucha determinación y un coraje sin límites. Y requiere sobre todo la consideración principal de que lo que importa no son las personas, sino el proyecto. Un proyecto de honradez sin tacha en el que los españoles puedan confiar como alternativa de un Gobierno incapaz de sacarlos de la crisis. Sin un titubeo a la hora de expulsar a los corruptos y exigir responsabilidades políticas a quien los haya amparado o favorecido.

Las investigaciones del juez Garzón suelen deparar notables fiascos y abundantes alharacas vacías, pero el PP no puede esperar a que los tribunales sustancien la correspondiente delimitación de responsabilidad penal. Ya habrá tiempo de rehabilitar a quien haya sido atropellado. Ahora es menester guiarse por indicios razonables y aplicar a rajatabla la doctrina de la honorabilidad colectiva. En caso de duda, a la calle; no hay otro camino para cortar la gangrena de la deshonestidad. Por el momento los pasos dados son razonables, y cabe esperar que a Rajoy no le tiemble el pulso si tiene que avanzar en la depuración de quien no haya estado a la altura de las circunstancias. Para ganar la confianza de los ciudadanos lo primero es mostrar un techo de cristal. Mira por donde, la catarsis que algunos solicitaban puede estar más cerca de lo que parece.

Sobre este asunto, Hermann Tertsch escribe en el mismo diario «la caza».

Hace unos días, un antiguo diplomático y ministro, gran persona y buen coleccionista de pintura, me ofreció ir a un puesto de caza en una de sus fincas. Vio mi cara y la de mis amigos, escuchó mis excusas de poco diestro, supo que sólo había disparado Kalashnikovs en alguna boda en los Balcanes y modificó su invitación. Creo seguir invitado, pero sólo al aperitivo. No tengo nada contra los cazadores. Los tengo en la familia. Entre ellos estaba mi prima Loyola, que dejó de cazar cuando fue nombrada ministra de Agricultura. Por respeto a esa parte de los españoles a los que la caza irrita. Pensó que representar a todos los españoles en un Gobierno exigía el sacrificio de no herir a nadie innecesariamente con sus aficiones. Es esa sensibilidad hacia el prójimo que ya nadie se permite. Tan diferente a la miseria que desplegaron aquellos que urdieron unas acusaciones contra ella que se revelaron totalmente falsas después de minarle la salud.

Ahora veo escenas de caza de gentes del poder que, por supuesto, nada tienen que ver con aquella inmensa persona. Veo fotografías del ministro Bermejo y el juez Garzón cazando juntos, disfrutones ellos con las cabezas de las piezas abatidas. También estaba alguna fiscal útil en esta caza. Sigamos con la literatura. Pensemos que el reparto de puestos se hizo en el Ministerio del Interior. Con la asistencia del consejero de un grupo editorial al que los bancos acreedores consideraban en quiebra antes de la caza. Durante la montería y después de ella se solucionó todo. Los bancos, obligados por las sinergias cinegéticas, decidieron tratar bien a quien iba a la caza sin mancharse de sangre de ciervo. Si Franco acudiera a algún puesto con quienes cazan con ministros, jueces y fiscales dentro y fuera de Madrid vería que siguen con los correajes en el cerebro.

PSOE Y PP SE ENZARZAN POR LA CACERÍA

El Partido Popular y socialistas se han enzarzado este miércoles en el Congreso de los Diputados a cuenta de la cacería. Las protagonistas del rifirrafe han sido la portavoz ‘popular’ Soraya Sáenz de Santamaría y la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la vega.

Sáenz de Santamaría ha dicho que el ministro de Justicia no hace lo que debe pero, a cambio, «se va de cacería con quien no debe», en referencia a Garzón.

La ‘popular’ se ha preguntado entonces si Bermejo había regresado ya de Jaén, habida cuenta de que el ministro no estaba presente en la sesión de control. De la Vega ha optado por no hacer ni una sola mención al episodio de la cacería y se ha limitado a reiterar una semana más que el Gobierno trabaja semana tras semana para aprobar medidas en beneficio de los ciudadanos.

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