«Cuatro chorizos», pero muy bien colocados

Francisco Correa, «Paco», supuesto responsable de la red de corrupción, fue explícito: «Estoy bien jodido». Hubo un tiempo en el que Correa tenía acceso directo a la «planta noble» de Génova, se codeaba con los santurrones del partido que fue de Aznar,… Y se chuleaba de ello. Pero todo se le ha venido abajo. El chorizo principal que tenía un sueño: ser pijo.

Francisco Correa empezó en una agencia de viajes situada en las cercanías de la sede central del partido en Madrid. Pasito a pasito, «Paco» se fue abriendo paso en los despachos. «Era un tío espabilado, atrevido, proclive a las fantasmadas, presumido, ambicioso, y quería ser rico», escribe Lucía Méndez en El Mundo.

«Por utilizar una palabra que le cuadra muy bien y que ha sido utilizada muchas veces para referirse a él, Paco Correa era un auténtico chulo. Su pinta lo delataba, con el pelo engominado y los rizos en la nuca. No era un pijo, ni mucho menos, pero sí quería ser uno de ellos y vivir como ellos, veranear en Marbella, navegar en yate, comer en restaurantes de lujo y tomar café en hoteles de cinco estrellas, conducir un deportivo y casarse con una mujer rica. Todo ello lo consiguió, e incluso más».

Las grabaciones desveladas del sumario le delatan. «Se va a enterar este hijoputa». «Le voy a dar a éste su merecido». «Tengo un negocio que me voy a salir de la tabla».

«Si el juez Garzón le deja leer la prensa en la cárcel, Paco Correa se habrá dado cuenta de que le dejaron entrar en los palacios, pero, cuando vienen mal dadas, nadie conoce a nadie. A diferencia de muchos dirigentes del partido que ahora se hacen de nuevas, todos los periodistas y todos los trabajadores del PP pueden dar testimonio de quién era Paco Correa. Aquel que tantas veces se peleó con los responsables del gabinete de prensa de Aznar -casi llegando a las manos- cuando el foco no se encendía al paso del entonces líder del PP o cuando la carpintería del escenario no estaba bien pintada».

Según Lucía Méndez, «uno de los que más discusiones tuvo con él fue Miguel Angel Rodríguez, el periodista que cambió la imagen del PP en los años 90 siguiendo las instrucciones de Aznar de pivotar hacia el centrismo y la modernidad. Algo había en Correa que no le gustaba al equipo de Rodríguez, encargado de la imagen de Aznar. Numerosos periodistas son testigos de los enfrentamientos de Correa y sus colaboradores con personas de confianza del entonces presidente del PP. Primero con Rodríguez, pero después también con Isidro Cuberos, el que también fue jefe de prensa del PP. Y, más tarde, con Esteban González Pons, que no quiso contratarle para organizar las reuniones de la Interparlamentaria«.

Pese a que muchos les daba a la nariz que Correa no era «trigo limpio», «el ambicioso u osado empresario, poco a poco, se hizo íntimo amigo del gerente del partido, Luis Bárcenas, estrecho colaborador del entonces secretario general, Francisco Alvarez Cascos. Bárcenas, ahora tesorero del partido, y Correa pasaban juntos incluso las vacaciones. Todo el mundo conoce, asimismo, la estrecha relación que le unía con el eurodiputado Gerardo Galeote, hijo de un concejal de Boadilla del Monte«.

«El asistió en directo, desde detrás de los escenarios de los mítines, al ascenso electoral del PP. Y cuando llegó la gloria del poder, en el 96 y después con la mayoría absoluta de 2000, también estaba allí, con la puerta grande abierta para él».

Pero Correa no trabajaba solo. Ahí estaba su colega Alvaro Pérez, ambos del cal de Becerril, liderado por Alejandro Agag. Pérez, presidente de Orange Market, se convirtió ayer en la última persona detenida por Garzón. El amigote de Correa centraba su actividad en la Comunidad Valenciana.

Los periodistas Carlos Ribagorda y Nacho Cardero, en un libro editado por La Esfera, aseguran que Alvaro Pérez, el socio de Correa, más conocido por Alvaro el del bigote, se encargó de organizar una de las reuniones del clan de Becerril, la tercera edición del Seminario con Jóvenes Altos Cargos, celebrada en el hotel Las Gacelas los días 16 y 17 de noviembre de 2001.

«Un año después, los autores aseguran que Alvaro el del bigote también organizó la boda de Alejandro Agag y Ana Aznar Botella en El Escorial. Eran profesionales en la organización de eventos y el de El Escorial era, sin duda, un gran evento internacional. Ambos asistieron al enlace. Las fotos de archivo de los ahora detenidos en el patio real del Monasterio de El Escorial han dejado sin habla a numerosos dirigentes del PP. También han supuesto el enfado mayúsculo de Alejandro Agag. El yerno de Aznar creía que Correa era sólo un mal recuerdo, pero el pasado le ha salido al encuentro».

Y concluye Méndez en El Mundo:

«Al grupo de amistades personales de Correa pertenecía, asimismo, el dimitido consejero de Deportes de la Comunidad de Madrid, Alberto López Viejo, que, como concejal que era entonces del Ayuntamiento de Madrid, cerró al tráfico los alrededores de la discoteca Gabana la noche de la despedida de solteros de Alejandro y Ana. Los carteles ponían: «Prohibido aparcar por acto oficial».La despedida de soltera de la hija del presidente era un acto oficial, de la misma forma que Alvaro Pérez se ha presentado en alguna ocasión como «asesor de relaciones públicas del Gobierno de Aznar».

Los días de esplendor en la hierba no sólo ya no volverán, sino que en el PP tampoco nadie quiere acordarse ahora de cómo fueron».

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