María Teresa Fernández de la Vogue en su año de nieves y de bienes

María Teresa Fernández de la Vogue en su año de nieves y de bienes

(PD).- Ha bastado una pequeña tormenta de nieve para poner en solfa toda la farfolla hueca del frívolo discurso zapaterista, cuya virtualidad naufraga en cuanto sale de las retóricas de diseño para enfrentarse a problemas de índole real y tangible. Y con una cara que espanta, a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega lo único que se le ha ocurrido -al término de la rueda de prensa de La Moncloa- es soltar sin ruborizarse eso de: “Año de nieves, año de bienes”.

Y escribe Pedro García-Alonso en Empresa Informativa: «Pues debe serlo para ti, oye, rica, viviendo como vives. Éstos son los preparativos de Fernández de la Vega cada día:

· peluqueras y maquilladoras de belleza (ejém) a domicilio,
· desfile de ropa traída a medida
· vigilancia con seis personas de seguridad.

Esta es la verdadera cara (bastante dura, por cierto) de la ‘Vice’.

Todo despilfarro, sirvientes como sultanes, dinero a espuertas, poder sin límites, viajes privados pagados, caprichos carísimos. De este derroche lujurioso, Fernández de la Vogue es el paradigma del poder que nos gobierna.

La existencia real de los políticos queda bastante a la vista de la gente cuando -como ocurre frecuentemente- viven en casas de vecinos.

Es lo que sucede con María Teresa Fernández de la Vega, que reside en Madrid, junto al Corte Inglés de Orense y Nuevos Ministerios, en la calle Hernani, en un edificio donde hay también otras viviendas.

Comenta El Confidencial Digital:

“Y, así, los vecinos de ese inmueble y los de los más próximos pueden presenciar el operativo que acompaña cada día a la puesta en marcha de la vicepresidenta del Gobierno. Que tiene cierto espectáculo”.

“Le cuentan a El Chivato que, por la mañana, aparecen por la casa de Fernández de la Vega unas chicas que se encargan de peinarla adecuadamente. Y que llega luego un coche que lleva el traje de ese día, procedente de una franquicia situada en la calle de Velázquez”.

Eso sí: en sus mensajes se le llena a de la Vega la boca hablándonos a los demás de austeridad, de control del gasto, sobre medidas de ahorro, de la prudencia en el consumo y demás mentiras, pues ella misma, como los políticos, son los primeros en subirse los sueldos y en despilfarrar con sus lujos suntuosos, pase lo que nos pase a los demás con la crisis, que de entrada se negaban siquiera a admitir. ¡Menuda caterva de chupones!

Si por lo menos consiguiese de la Vega que la pagasen por anunciar sus modelitos -a pesar de lo arrugada cadavérica, repintada y poco chic que resulta-, ¡menuda fortuna sacaríamos! También se podrían lanzar unos cromos, aun a riesgo de que nadie pudiese conseguir acabar la colección completa nunca. Serviría para subvencionar -sólo con ella y con sus poses- todo el INEM, la crisis de la construcción, el trasvase del Ebro y hasta la deforestación.

Sólo con sus chaquetas, ya tenemos muestras de todo: con botones y sin botones, con solapas y sin solapas, cuello vuelto o cuello tieso. Y de todos los colores: blanco, beige, lila, rosa, verde clarito, salmón, violeta, rojo, morado, gris, estampado, perla, marrón…

Eso sí: mucho insistir con ahorro, reservas, prudencia de gastos, economía austera, control de costes, nada de lujo, fuera el despilfarro… ¿Quién se lo cree? Cinco entraditas de Google, y no pillas ni una sola ropita repetida. Y todas a pleno lujo.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído