Un inmenso error de Zapatero llamado Maleni

Un inmenso error de Zapatero llamado Maleni

Coincidiendo con el episodio del hundimiento de un túnel del AVE, centenares de coches han quedado atrapados en la autopista entre León y Asturias, donde la nieve les impidió el paso. De nuevo Magdalena Álvarez opta por la falta de transparencia y muestra la torpeza de su forma de entender la política, que tiende a eludir el deber de dar explicaciones a los ciudadanos. No hay «incidentes menores» cuando están en juego la seguridad de los usuarios y el dinero de los contribuyentes.

Después de algunos meses de perfil bajo, la ministra ha vuelto a hacer de las suyas ocultando la caída de un túnel del AVE entre Madrid y Valencia con el peregrino argumento de que se trata de un «incidente menor» que «no afecta a la obra». Fomento -como señala el editorial de ABC– ha reaccionado con su habitual opacidad, retornando a la etapa más lúgubre del caos ferroviario de las Cercanías en Barcelona al final de la pasada legislatura.

ADIF reconoce que tardará dos meses en reparar el hundimiento, pero mantiene un voluntarismo injustificado al afirmar que sigue en pie el plazo previsto de ejecución. La denuncia de ABC ha obligado a las autoridades ministeriales a lanzar mensajes tranquilizadores que resultan poco convincentes a la vista de los antecedentes y de los datos disponibles. Habrá que esperar a las explicaciones de la ministra en el Congreso, pero todos los indicios confluyen en la existencia de fallos técnicos que son inadmisibles en una obra de tan elevado presupuesto y dimensión.

Coincidiendo con el episodio de caos registrado en la madrugada de ayer en la autopista entre León y Asturias, donde la nieve impidió el paso de más de un centenar de personas atrapadas por la nieve, reaparece la figura de una ministra cuestionada por su talante y sus prácticas administrativas. De nuevo Magdalena Álvarez opta por la falta de transparencia y muestra la torpeza de su forma de entender la política, que tiende a eludir el deber de dar explicaciones a los ciudadanos. No hay «incidentes menores» cuando están en juego la seguridad de los usuarios y el dinero de los contribuyentes.

Si el Ejecutivo no tiene nada que ocultar, debería ofrecer una información completa y rigurosa, con un análisis exhaustivo de las causas y las consecuencias del derrumbe de los sesenta metros de túnel. La ex consejera de la Junta de Andalucía suma a su pésima capacidad de gestión una actitud censurable de prepotencia y rechazo a las críticas.

Sus reiteradas salidas de tono son mucho más que una anécdota, y no sólo porque demuestran los límites de ese talante del que presume su jefe político, sino también porque la sociedad no tiene por qué soportar los malos modos de ningún alto cargo. En este sentido, los ciudadanos no deben resultar perjudicados por los eventuales compromisos de Rodríguez Zapatero con el PSOE andaluz y con su líder, Manuel Chaves.

El impulso de las infraestructuras ferroviarias es una política de Estado con una influencia determinante en la vertebración del territorio y la modernización de la economía. Por este motivo, no puede seguir en manos de una ministra voluble y que hace gala de su capacidad de aguante a base de negar la evidencia y echar broncas al adversario.

Reprobada por el Parlamento catalán y el Senado en la pasada legislatura, Magdalena Álvarez creó un serio problema al PSOE a la hora de conseguir votos en circunscripciones muy relevantes. Parece que el presidente del Gobierno quiere demostrar que a él nadie le impone la destitución de un ministro, pero en ese pecado de soberbia lleva la penitencia de cargar con una dirigente quemada y poco fiable.

Habrá que ver qué contesta la ministra en el Congreso a las preguntas del PP y qué explicaciones ofrece a los consejeros autonómicos que han reclamado ya la información pertinente. No obstante, salga como salga de este nuevo enredo, el problema es que no aporta nada en términos de servicio al interés general y ni siquiera resulta útil para los objetivos partidistas. Su nombre figura de nuevo en todas las quinielas para la salida del cargo ministerial, pero no sería extraño que las previsiones se rompieran una vez más.

Es lamentable que el fracaso se premie con la continuidad por razones incomprensibles para una opinión pública que exige, en todo caso, que las circunstancias personales o las influencias de poder no prevalezcan sobre el servicio a la eficacia y la transparencia como principios del sistema democrático.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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