Enrique de Diego: «Para erradicar el terrorismo hay que extinguir su origen, el nacionalismo»

Enrique de Diego: "Para erradicar el terrorismo hay que extinguir su origen, el nacionalismo"

(PD)-. “Para enterrar el nacionalismo” (Ed. Rambla) es el título del nuevo ensayo del periodista Enrique de Diego de la Plataforma de las Clases Medias. Para De Diego el nacionalismo es insaciable: «Le da lo mismo cuáles y cuántos sean sus logros, si son escasos pide más esfuerzos y dinero. El nacionalismo se ha convertido en el mayor factor de expoliación de las clases medias; en el último reducto de los intervencionistas; en el último refugio de los totalitarios.»

Reproducimos aquí un extracto del mismo:

El nacionalismo es un cadáver. Hiede. No es que sea preciso certificar el óbito del nacionalismo, porque el fatal desenlace no es de hoy, ni de ayer. Aunque nació deforme y produjo grandes desastres, el nacionalismo identitario o de ‘estado nacional’ sucumbió a mediados del siglo pasado, en las playas de Normandía.

En España sobrevive destructivo, beneficiado, como veremos, por un malhadado proceso de hibernación. Ese nacionalismo obsesivo con la esencia perdida que nunca existió es un error en la evolución del hombre.

Es, por encima de todo, un lastre; insulso y aburrido parasitismo identitario, coartada en nombre de ensoñaciones para la expoliación compulsiva de las clases medias.

Las sociedades, como las personas, han de soltar, por necesidad, lastre si quieren avanzar. Dar sepultura a los muertos es obra de misericordia. Ha llegado la hora de enterrar al nacionalismo.

Hemos de ser, por completo, misericordiosos. No ceder nunca. La cesión se ha experimentado de todas las formas posibles, durante tiempo prolongado, y el remedio ha sido peor que la enfermedad.

(…)

Por supuesto, no todos los nacionalistas son asesinos y terroristas, pero el asesinato se perpetra en nombre del nacionalismo y los terroristas se forman en sus toscos esquemas, beben de su infecunda corriente de odio. Al tiempo, todos los nacionalistas, incluidos los de los partidos burgueses, los que agrupan al electorado de las clases medias, se benefician del terrorismo.

Todos, de los canarios a los gallegos, pasando por los catalanes. No hay nacionalismo bueno. Así que para erradicar el terrorismo hay que extinguir su origen, el nacionalismo; enterrarlo en el cementerio de las ideas muertas e inservibles.

(…)

Seamos, por completo, misericordiosos. No pasemos una al nacionalismo. Despreciemos su victimismo. Pongamos a cero sus inventadas deudas históricas. Y consideremos caducadas sus patentes de corso para saltarse a la torera el imperio de la Ley y su pertinaz interés en demoler el Estado de Derecho.

El nacionalismo no puede deambular por el escenario como un zombi, no haciendo otra cosa que crear problemas. Hay que enterrarlo.

Es una obra de misericordia y hemos de ser, por completo, misericordiosos. Con fortaleza. Porque la idea de que el problema está sólo en los medios -la violencia- y no en los fines es de una absoluta ingenuidad; engañifa, falacia de papanatismo democrático.

No, el atolladero es un callejón sin salida también en cuanto a los fines. El problema no es constitucional, ni anticonstitucional, como si se tratara de mera cuestión legal, referida al positivismo jurídico del momento; es previo.

(…)

No es que haya que proclamar la muerte del nacionalismo, como si se tratara de noticia reciente, es que es preciso organizar su entierro porque su putrefacción sólo puede generar pandemias.

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