La UPD de Rosa Díez tiene hueco… y grande

Rosa Díez
Rosa Díez

En unas condiciones políticas normales, un partido que comparte el modelo de Estado del PP y la agenda social (aborto y laicidad) del PSOE no tendría mucho sitio en el consolidado sistema bipartidista español.

Subraya Ignacio Camacho en ABC que el hueco que la UPD de Rosa Díez (R10) ha logrado abrirse en un año se debe a la evidente crisis funcional de ambas grandes fuerzas, a la decepción que provocan de un lado el aventurerismo temerario de Zapatero y de otro, el liderazgo pasivo de Rajoy. Aunque a ella no le gusta admitirlo, porque al fin y al cabo proviene del socialismo, el crecimiento de sus expectativas procede más del segundo ámbito que del primero.

La valerosa R10 puede ser la gran sorpresa de las próximas elecciones europeas en virtud de la paradoja política de que una mujer de izquierdas se ha convertido en referencia de una parte de la derecha. Lo curioso del caso es que este peculiar modelo de nuevo centro, cuyos razonables promotores reniegan del radicalismo derechista, ha comenzado a sedimentar en virtud de la decepción de muchos votantes del PP con lo que consideran una deriva centrista del «marianismo».

Y su previsible ascenso constituye la gran esperanza táctica de quienes aún trabajan para descabalgar a Rajoy de la candidatura a la Presidencia del Gobierno.

Ese voto disconforme se suele expresar en los comicios al Parlamento Europeo, que constituyen una oportunidad clásica de castigo electoral sin mayores consecuencias. La particularidad de los de 2009 es que en ellos no sólo va a recibir un fuerte varapalo el Gobierno, sino que los sectores derrotados en el último Congreso popular tendrán también la ocasión de mostrar gratis su descontento ante la nueva estrategia del partido.

R10 lo sabe, y aprovecha esta confluencia de intereses con enorme sentido de la oportunidad política. Su discurso elude los perfiles más afilados de un programa social que puede espantar al electorado conservador, y se centra con énfasis en el proyecto de regeneración nacional para aprovechar en su favor la ambigüedad de un PP necesitado de tender ciertos puentes con el nacionalismo moderado y el centro-izquierda social.

Mientras Rajoy busca votos a su izquierda, Díez escarba con eficacia para robárselos por ambos lados. También, y sobre todo, por la derecha, a la que seduce con su corajuda firmeza antinacionalista, un aspecto tan dominante en su discurso que en ocasiones parece una propuesta unívoca. Para sacar un buen resultado no necesita más, por ahora.

La segunda paradoja consiste en que el liderazgo que peligra con el progreso de UPD es el de Rajoy, no el de Zapatero. Si R10 se queda con los votos que priven al PP de una posible victoria en las europeas, el sector crítico del centro-derecha estará listo para iniciar el segundo asalto antimarianista, confiado en que ya tendrá tiempo de desembarazarse de quienes ahora considera compañeros de viaje.

A ambos les favorece la tradicional pasividad del impasible dirigente gallego, que parece el único convencido de que la crisis económica le aupará inexorablemente como alternativa de poder sin que se le caiga la ceniza del puro.

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