Vidal-Quadras: «El Rey debería repasar la historia de su abuelo y de su tatarabuela»

(PD).- Alfonso XIII e Isabel II terminaron su reinado con la corona por los suelos. Alejo Vidal-Quadras escribe en La Razón una valiente columna: «¿Por qué la Corona se activa estimulada por determinados problemas o amenazas y por qué frente a otros, quizá no del carácter agudo y perentorio del derrumbe de Wall Street o del golpe de Tejero, pero no por lentos, solapados e insidiosos, menos terribles, permanece impávida, lejana, casi connivente? Debería repasar la historia de su abuelo y de su tatarabuela, sin ir más lejos. La Historia, maestra de la vida«.

«La Corona» es el sugestivo título con el que el eurodiputado popular sorprende este viernes en el diario de Planeta:

«ZP ha anunciado que se dispone a llamar a Mariano Rajoy para cambiar impresiones sobre la crisis económica y eventualmente acordar medidas respaldadas por ambos. Quizá cuando estas líneas aparezcan publicadas se haya producido ya la convocatoria. Lo interesante de esta iniciativa del Presidente del Gobierno es que, según se dice, no ha sido fruto de una decisión súbita de comportarse como un estadista, sino de una sugerencia del Rey, francamente alarmado por el sesgo que están tomando los acontecimientos».

Después de recordar las atribuciones constitucionales del Rey, Vidal-Quadras dice:

«Don Juan Carlos no puede mandar, pero puede y en ocasiones debe aconsejar, recomendar, advertir, propiciar, lamentar, celebrar, señalar y reflexionar. Y todas estas cosas puede llevarlas a cabo en voz alta en sus intervenciones públicas o en la privacidad de su despacho con y ante quien considere oportuno. Ahora parece ser que lo ha hecho sobrecogido por el rugir de la tormenta en los mercados financieros, lo que le honra».

Y concluye:

«Sin embargo, cabe preguntarse por qué la Corona se activa estimulada por determinados problemas o amenazas y por qué frente a otros, quizá no del carácter agudo y perentorio del derrumbe de Wall Street o del golpe de Tejero, pero no por lentos, solapados e insidiosos, menos terribles, permanece impávida, lejana, casi connivente. Debería repasar la historia de su abuelo y de su tatarabuela, sin ir más lejos. La Historia, maestra de la vida».

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