Anson: «Arzallus es un hombre moderado, prudente, constructivo y eficaz»

(PD).- Ha sido un político siempre nadando entre dos aguas, las legales y las cercanas a los terroristas de ETA. Arzalluz se ha caracterizado por sus perlas nacionalistas, entre ellas llamar a los terroristas «cachorros de la gasolina», entre muchas otras. Luis María Anson, en su peculiar estilo, analiza al personaje.

Luis María Anson, presidente de El Imparcial, analiza al que fuera presidente del PNV durante décadas.

Xavier Arzallus es uno de los pocos pesos pesados de la política española. Le tengo en mi más alta consideración. Coincido con una buena parte de su pensamiento político, secesionismos aparte. Es hombre moderado, prudente, constructivo y eficaz. Una buena parte de los políticos nacionalistas vascos – el lendakari Ibarreche incluido – no pasan de ser marionetas del gran político euskaldún.

Esther Esteban, que se encuentra entre la media docena de grandes profesionales del periodismo femenino español, le ha hecho una reveladora entrevista en “El Mundo”. La he leído con fruición. La periodista ha desenmascarado al político vasco. Arzallus siempre ha pensado lo que ahora dice abiertamente. Su meta fue, desde el principio, la secesión. Durante años ha recogido con entusiasmo las nueces que caían del árbol agitado por el terrorismo etarra, como desveló Isabel San Sebastián. No coincidía con los procedimientos de violencia de Eta, aunque se beneficiaba de ellos, pero sí con sus fines. Su talento político le hizo comprender desde 1976 que la escalera secesionista había que subirla peldaño a peldaño, con veladuras y disimulo. Cree ahora que, gracias a la debilidad de Zapatero, el nacionalismo vasco escala ya los últimos tramos. No le falta razón aunque tal vez no calibra la resistencia que opondrán los que consideramos que el País Vasco es una parte de la unidad de España desde hace 500 años.

En lo que dispara al azar, Xavier Arzallus es en el 23-F. No fue Sabino Fernández Campo quien detuvo el golpe. Fue, y a cuerpo limpio, Juan Carlos I, que respondió a lo que su padre Juan III le había repetido hasta la saciedad: “Alfonso XIII cayó por no respetar la Constitución”. Medio centenar de libros, algunos excelentes como el de Palacios, han exprimido el 23-F hasta la última gota. El golpe lo paró personalmente el Rey, que supo reaccionar ante él como político y como militar.

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