(PD).- El presidente Zapatero conocía de antemano la oferta que las grandes constructoras españolas habían hecho a David Taguas -hasta hace pocos días director de la oficina económica del Ejecutivo- para presidir Seopan, la patronal que agrupa a estas compañías.
Lo revela F. Cortés en ABC, citando fuentes de La Moncloa y a las propias empresas, que coincidieron, asimismo, en negar que la decisión de Taguas haya molestado, en ningún caso, a Zapatero.
Desde que el parón en el mercado de la vivienda se puso de manifiesto con toda su crudeza, hace ya unos meses, Taguas ha venido defendiendo en diferentes foros la necesidad de que la construcción de obra pública tome el relevo como principal motor de la economía española.
En declaraciones hechas a ABC hace poco más de una semana, Taguas destacaba el «profundo ajuste» que está sufriendo el sector de la vivienda y apuntaba la «capacidad estratégica que tiene el sector de la obra pública para liderar el cambio económico».
La construcción de infraestructuras debería convertirse en la nueva locomotora económica española, manteniendo unos niveles aceptables de crecimiento del PIB y de mejora de las rentas.
Esta tesis es compartida por el propio Zapatero, sobre todo porque permite al Gobierno representar un papel protagonista en dicho cambio, ya que las inversiones que han de alimentar esa obra pública son, en la mayoría de los casos, competencia del Estado. Por eso Zapatero, según las fuentes antes citadas, no habría visto con malos ojos la marcha de Taguas a la patronal de las grandes constructoras, ya que le permitiría mantener una interlocución más fluida con el sector.
El fichaje de David Taguas por Seopan (Sociedad de Empresas de Obras Públicas de Ámbito Nacional) era la comidilla del sector desde hace ya varios días. La decisión de su contratación fue ratificada en una cena celebrada el pasado lunes por los presidentes de los seis grandes grupos constructores españoles: Acciona, Ferrovial, FCC, Sacyr-Vallehermoso, ACS y OHL. El miércoles, Taguas mantuvo un desayuno con estos mismos interlocutores, en el que se concretaron los detalles de su nuevo cargo y del que, asimismo, estaba convenientemente informado el presidente del Gobierno.
La marcha de Taguas a Seopan ha sido criticado con dureza por el Partido Popular e Izquierda Unida. El primero lo considera una injerencia del Gobierno en el mundo empresarial, mientras que los comunistas ven un posible caso de incompatibilidad.
Taguas ha planteado ante el Ministerio de Administraciones Públicas una consulta oficial para aclarar cualquier duda sobre una posible incompatibilidad. Las mismas fuentes aseguraron que se trata de un mero trámite y que el asunto no plantea, a priori, ningún problema, por lo que Taguas habría recibido ya el correspondiente visto bueno.
La ley que regula los conflictos de intereses de los altos cargos contempla dos supuestos en los que se puede producir incompatibilidad.
El primero es cuando un miembro del Gobierno se marcha a una empresa a la que haya regulado en algún momento en el ejercicio de su cargo público. El segundo, cuando el afectado ha formado parte de un órgano colegiado que adopte resoluciones que afecten a dicha empresa.
Taguas era miembro del Gobierno -como director de la oficina económica- y participaba en la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, aunque, según las mismas fuentes, en ninguna de estas dos facetas habría incurrido en incompatibilidad. Asimismo, recordaban que Seopan no es una empresa, sino una asociación, en sí misma sin ánimo de lucro.
La noticia no pasó ayer desapercibida en la celebración del Día del Trabajo. Los secretarios generales de CC.OO. y UGT, José María Fidalgo y Cándido Méndez, pidieron al nuevo presidente de Seopan que desde su cargo «no sólo tenga en cuenta la situación económica de las empresas del sector, sino también la de los trabajadores de las mismas».
Actualmente -señalaron- son «muchas las personas que necesitan un puesto de trabajo». Las empresas a las que representará Taguas tienen «mucha capacidad de crear empleo», dijeron.
