Rajoy: «Si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya»

Rajoy: "Si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya"

(PD).- Se acabaron las escaramuzas y comienza el intercambio artillero. La guerra por el liderazgo y el alma del PP ya no se disimula. En un acto político sin precedentes en un partido hasta hace poco monolítico, Mariano Rajoy invitó este sábado a su gran rival, Esperanza Aguirre, a marcharse. «Si alguien quiere irse al Partido Liberal o Conservador, que se vaya», dijo en Elche, rodeado de los barones más fieles.

Ha sido una respuesta clara y de una agresividad desconocida en él a la reivindicación del liberalismo que hizo la presidenta de Madrid esta misma semana.

Rajoy aprovechó la cocasión para darle lo suyo también a su ex amigo Pedrojota, director de El Mundo y a Federico Jiménez Losantos, estrella de la Cope, que son los dos medios que más han empujado a Esperanza Aguirre a levantarse contra el hasta ahora lider popular:

«A mí no me ha pedido que me presente ningún periódico ni ninguna radio».

Mientras el Mago de la Moncloa, con la autoestima por las nubes, sigue sacando conejos feministas de su chistera y depurando su sofisticado y hueco marketing político, en la oposición ha empezado a cundir una auténtica crisis de identidad, ésa que lleva al atormentado sujeto —aunque se trate de un sujeto colectivo— a cuestionarse quién es, de dónde viene y a dónde va (Groucho añadía la interrogante sobre el precio del autobús para el viaje).

Como subraya Ignacio Camacho en ABC, esto es lo malo del frenesí conspirativo, que comienza por la intención de derribar o sustituir a alguien y se complica en una barahúnda existencial en la que hasta los conjurados acaban preguntándose si ellos mismos son de los suyos.

Tras la derrota del 9-M, la derecha ha entrado en esa peligrosa espiral que abre cada vez más el círculo debate.

Lo que arrancó como una discusión —perfectamente legítima y necesaria— sobre la idoneidad de Rajoy para liderar el PP tras dos fracasos seguidos está derivando en un proceso de psicoanálisis colectivo en el que ya se ha abierto la interrogante decisiva sobre el factor de cohesión identitaria.

Cuando un partido se pregunta por su propia ideología, cuando algunos maniobran para articular una alternativa a lo que fueron en lugar de centrar esfuerzos en poner en pie una alternativa al PSOE de ZP, la gente echa a correr presa del desconcierto; si los que le piden el voto no saben en nombre de qué lo hacen conviene apartarse hasta que lo vayan aclarando.

De repente el Partido Popular ha entrado en estado de shock, y se ha puesto a discutir de nuevo sobre si es centro o de derecha, socialdemócrata o liberal, creyente o agnóstico. Es decir, ha vuelto al punto de partida de una refundación… o de una ruptura.

Este debate lo cerró Aznar con un olfato pragmático que le permitió construir una mayoría. Creó un partido abierto en el que la clave era la moderación y el reformismo bajo un liderazgo sin fisuras.

Liberales, democristianos, socialdemócratas y hasta desencantados o conversos de la izquierda cabían bajo un concepto cohesionado de nación y un programa de reformas estructurales.

Luego, cuando alcanzó el éxito, al propio Aznar le entró un ataque de vértigo y lo tiró todo por la borda. Parece el sino de la derecha española: un camusiano síndrome de Sísifo arrastrando la piedra del esfuerzo inútil.

Ahora el PP ha vuelto con el peñasco al pie de la montaña. Si se trata de un asunto de liderazgo o de táctica, que lo zanjen cuanto antes y del modo más integrador posible, o que se enfrenten los bandos y cuenten los votos que pueda reunir cada uno.

Pero si de verdad estamos ante un problema de modelo ideológico sería un asunto pavoroso, porque el PSOE lleva velocidad de crucero y se siente ágil tras la victoria.

La peor hipótesis es que se esté tratando de solapar un pulso de poder —¿de qué poder, si acaban de perder otras elecciones?— y de estrategia bajo un debate de identidad esencialista, que sólo puede servir para confundir aún más a un electorado perplejo.

Y es de temer que sea precisamente eso lo que esté ocurriendo ante el asombro de diez millones de ciudadanos que merecen que alguien les explique para qué van a servir sus votos.

LAS CARTAS BOCA ARRIBA

Ni los más veteranos recuerdan la última vez que un presidente invitó a marcharse del partido a alguien tan poderoso como Esperanza Aguirre, una especie de número dos en la sombra, ya que después de Rajoy, es la persona del PP con más poder.

Maneja un presupuesto de 19.000 millones de euros, tiene una enorme influencia en los medios conservadores y ha logrado dos mayorías absolutas consecutivas, la última con más del 52% de los votos.

Y Rajoy, que tiene -o tenía- fama de timorato, la invitó ayer, pese a todo, a marcharse del partido. Además recordó que él lleva en el PP desde 1977 mientras ella fue aceptada en 1989, cuando entró su Partido Liberal.

Esto es, él, pata negra de Alianza Popular, como Alberto Ruiz-Gallardón, José María Aznar o Rodrigo Rato, tiene mucho más pedigrí pepero. Pero no contento con eso, se enfrentó abiertamente con El Mundo y la Cope, dos medios muy seguidos por su militancia y que casi cada día, desde que perdió las elecciones, le reclaman que dimita y deje paso a Aguirre.

Los más fieles al líder le pedían hace días una respuesta ideológica al envite lanzado por Aguirre hace dos semanas, cuando amagó con presentarse, defendió su liberalismo basado en Hayek y Friedman, y reclamó un debate de ideas en el PP.

Rajoy dio cumplida satisfacción a su entorno, que estaba entusiasmado con su demostración de poder. Y repartió tanta cera contra Aguirre como ideología, algo muy poco habitual en él, un hombre pragmático que huye de los debates que han dividido a la derecha europea en los últimos 50 años.

«Voy a hablar de una cosa de la que todo el mundo habla y que apasiona a los medios de comunicación».

Rajoy comenzó con una presentación en toda regla de sí mismo, como candidato a presidir el partido después del congreso, en junio, que tendrá que revalidarlo, por primera vez, democráticamente. Rajoy es un hombre de partido, todos lo saben y él lo utiliza para captar votos entre los suyos.

«Empecé en el año 1977 pegando carteles. He pateado muchos municipios. He vivido lo bueno y lo malo, victorias y derrotas. También cosas que no quiero volver a vivir», esto es, las fracturas de los años 80, las mismas que ahora parecen repetirse.

Rajoy quería dejar claro que no es la primera vez que vive esta situación de lucha por el poder.

«Yo he vivido el Congreso de la refundación del PP en el año 1989, cuando integramos a los liberales, los socialdemócratas, los democristianos. Hicimos un gran PP. Y ese es el activo más importante que tenemos en este momento».

Rajoy sabe, casi desde la noche electoral, que esta vez no le van a regalar la presidencia, como en 2004, cuando fue elegido a dedo por Aznar. Ahora tiene rival, aunque finalmente no se presente, y la guerra con ella es total. Lo ha sido durante 15 días, pero él apenas hablaba, estaba casi escondido, como si la cosa no fuera con él. Hasta ayer.

La insinuación por parte de Aguirre de que la socialdemocracia se sentía «cómoda» con Rajoy mientras ella está identificada con el liberalismo le llevó a una defensa cerrada de lo público, algo típico de los socialdemócratas pero también de los democristianos. «Creo en la libertad».

Pero también «creo en la igualdad de derechos y oportunidades. Y que el Estado tiene que ayudar a aquellas personas a las que no les va tan bien. Y en la educación pública y en la sanidad pública y en un sistema de pensiones público. Y si alguien no cree en un sistema de pensiones público -porque este debate ya lo hubo en España- que lo diga».

Aguirre es conocida por haber concedido a la gestión privada ocho hospitales de Madrid y promover conciertos educativos frente a colegios públicos, pero Rajoy nunca la había criticado por esas decisiones. Es más, siempre la ponía como ejemplo de gestión eficaz del PP.

Y el que quiera llamar a eso socialdemocracia, que lo haga, vino a decir. Enseguida lo hicieron en Libertad Digital, propiedad de Federico Jiménez Losantos, el locutor de la Cope más duro con Rajoy.

En el entorno de Rajoy están muy sorprendidos de que le acusen de socialdemócrata a un señor que siempre se define en privado como «de derechas» y que acaba de presentar un programa electoral en el que había una bajada de impuestos de entre 10.000 y 15.000 millones de euros, especialmente a las empresas, algo incompatible con la socialdemocracia clásica.

Rajoy siguió dejando claras sus diferencias ideológicas con Aguirre.

«Quiero que este partido sea lo que es, un partido popular, moderado, abierto e integrador y no un partido de doctrinarios. Eso no lo quiero. Aquí se han incorporado todos, aquí hay liberales, democristianos, incluso socialdemócratas. Aquí caben todos. Yo no quiero un partido reducido a una sola ideología. Y si alguien se quiere ir al partido liberal o conservador, que se vaya».

Rajoy añadió otra referencia para entender el momento actual del PP. Citó la inesperada derrota electoral, la segunda de José María Aznar, en 1993. Entonces, «algunos medios de comunicación intentaron liquidar a quien que luego en el año 1996 y en el año 2000 ganó las elecciones».

Después de apoyar durante meses a Rajoy -que correspondía permitiendo que el PP siguiera su línea en el asunto del 11-M-, El Mundo y la cadena de radio Cope, propiedad de la Conferencia Episcopal, piden ahora su cabeza.

Él les contestó con uno de los dardos más celebrados por el público:

«Me voy a presentar porque me lo han pedido muchísimos compañeros de partido. A mí no me lo ha pedido ningún periódico ni ninguna radio».

En un pasillo, a la salida, rodeado de militantes, el presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, hizo una valoración breve: «Ha sido muy claro».

Unos metros por detrás de él, el presidente valenciano, Francisco Camps, utilizó el calificativo de «contundente». Antes había pasado por ese lugar el líder del PP catalán, Daniel Sirera. Sólo con un gesto de las cejas y los labios, Sirera expresó que acababa de presenciar un momento político de impacto.

Unos minutos después, en último lugar, por el mismo pasillo salió Mariano Rajoy. Preguntado por el discurso que acababa de pronunciar, sonrió y dijo: «He hablado».

LAS PERLAS DEL DISCURSO DE RAJOY

Esperanza Aguirre. «Quiero que nuestros socios sean los que son: Merkel y Sarkozy. Y si alguien se quiere ir al Partido Liberal o al Partido Conservador, que se vaya».

– «Me voy a presentar al Congreso. Doy la cara. Digo lo que pienso y no estoy en cálculo alguno. Me presento porque creo que uno y que no divido, porque quiero un Partido Popular en el que estén integrados todos, porque ya he vivido cosas que no quiero volver a vivir».

‘El Mundo’ y la Cope. «Me voy a presentar [para presidir de nuevo el PP] porque me lo han pedido muchísimos compañeros de partido. A mí no me lo ha pedido ningún periódico ni ninguna radio».

– «Yo quiero un instrumento al servicio de la sociedad, que es lo que es este partido. Este partido responde, sobre todo, ante sus militantes, ante vosotros y ante sus votantes, pero no responde ante ningún grupo de presión, sea de la categoría que sea».

– Ideología. «Yo no quiero un partido reducido a una sola ideología. Creo en más cosas que en la libertad. Creo en la igualdad de derechos y oportunidades. Y que el Estado tiene que ayudar a quienes no les va tan bien. Yo creo en la educación pública y en la sanidad pública, y en un sistema de pensiones público y si alguien no cree en eso que lo diga».

– «Quiero un Partido Popular que sea moderado, abierto e integrador y no un partido de doctrinarios».

– El partido. «Porque aquí caben todos, 700.000 personas que habían votado al PSOE nos han votado en las generales. Y serán dos millones.

– «Creo en España, en una nación plural, pero creo en la diversidad de España, en el Estado de las Autonomías, he sido vicepresidente de la Xunta de Galicia, y a mucha honra. Creo en Madrid, pero no se pueden confundir 25 personas de Madrid con España, porque España es mucho más grande».

– El congreso. «Vamos a debatir, amigas y amigos. Y si alguien quiere presentarse [para líder del PP], que lo haga. Es bueno para el partido que lo haga, pero sí quiero decir una cosa: yo voy a ser leal a mi partido. Y a los votantes, porque son personas, más de 10 millones, que nos han dado su confianza».

-No vamos a aceptar que nadie distinga entre los que somos buenos y malos dentro de este partido, entre listos y no listos».

OFERTAS BRONCE

¡¡¡ DESCUENTOS ENTRE EL 1 Y EL 20% !!!

Desde el descuento más pequeño a las ofertas más increíbles, actualizadas diariamente

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído