(PD).-Radical, sectario y… gourmet. Carod Rovira frecuenta a diario el restaurante Gaig de Barcelona y como un humilde servidor del pueblo catalán pide el menú de 120 euros. Las bacanales del extremista cuestan no menos de 20.000 de las antiguas pesetas y las pagan todos los contribuyentes catalanes.
Sin embargo, sus escoltas no tienen tanta suerte ya que -según cuenta La Nación.es– mientras José Luis se da el gran banquete diario, ellos comen a base de bocatas en los bajos de la calle Aragón, a espera de que el jefe se pague la comilona y se fume un buen puro a la salud de los contribuyentes catalanes.
Perseguido por medio partido y señalado como el culpable del batacazo de ERC en las últimas elecciones, el republicano se recluye en Gaig para lamer sus heridas a 120 euros el cubierto. Josep Lluis, aquí y en la República Popular, demuestra tener un paladar exquisito y un estómago insaciable que deben alimentar los generosos bolsillos de los catalanes. De avaros, nada, a tenor de cómo miman con sus impuestos al republicano.