La SGAE hace caja con las elecciones: los artistas están en campaña

(PD).- La SGAE, Sociedad General de Autores y Editores, cobra por casi todo. Los autores, que reciben dinero incluso por las bodas, los encuentros de las asociaciones de vecinos y los desfiles de moros y cristianos, pasan ahora su tarifa por los mítines políticos.

Afirma Javier Romera en El Economista que, incluso aquí también hay un límite. El caso es distinto si organiza usted actos folclóricos en su pueblo, si ha contratado a una banda municipal, está pensando en casarse, tiene un colegio mayor o una residencia de ancianos o ha montado una empresa de autobuses. Entonces, sintiéndolo mucho, sí que tiene que pagar.

Entiéndalo, los artistas, como el resto, tienen derecho a una retribución justa. «¡Que pague Zapatero!», dirá alguno. Pues tranquilo, que si es por eso, el presidente también paga. Lo hace él y Rajoy y Llamazares e Ibarretxe y Carod Rovira y Artur Mas… y todos los que estén pensando en participar durante las próximas elecciones generales en un mitin. Y nadie se escapa. Los servicios jurídicos de la SGAE se encargan de perseguir cualquier infracción.

¡No, no es ninguna broma! La entidad, además de abonar a los artistas tiene que conservar su enorme patrimonio inmobiliario, con palacetes por toda España. ¿Y qué mejor manera que sacar partido a los mítines? Porque, no nos engañemos, con los políticos y sus batallas hay espectáculo de sobra. Así que los responsables de las campañas ya están avisados. ¡Preparen el bolsillo, que hay que pagar! ¿Cuánto? No se preocupe que la entidad que preside Teddy Bautista no pondrá ningún reparo en facilitarle sus tarifas.

Las tarifas

Lo primero que tiene que saber es que la tasa es independiente de la duración o el lugar en el que se celebre el acto y que tiene que tener antes la autorización del artista. Es decir, que se paga lo mismo por una pequeña sala de actos que por un pabellón polideportivo con capacidad para más de 20.000 personas. En este caso, lo que cuenta es el tamaño de la población donde se celebre el mitin o el acto político. Si de lo que estamos hablando es de un pueblo pequeño, de menos de 3.000 habitantes, la cantidad a pagar no es excesiva: 34,99 euros por acto. Pero la cuota sube conforme crece la población.

En un municipio de entre 3.000 y 15.000 personas la cuota se eleva ya a 52,48 euros y en las ciudades de más de 15.000 habitantes asciende a 69,99 euros. Eso siempre que no sea una capital de provincia. Debe ser porque el impacto que causa la música es distinto, pero para la SGAE un acto político en Soria o Teruel vale más, por ejemplo, que uno en Gijón, Vigo, Móstoles, L’Hospitalet o Badalona, que tienen mucha más población. Una cuestión de suerte para ellos. Porque en las capitales la tarifa es aún mayor y los partidos políticos tienen que pagar hasta 87,46 euros por cada acto electoral.

«¡Pues no son unas tarifas tan altas!», pensará alguno. Y quizás tenga razón. Pero haga cuentas. ¿Cuántos encuentros políticos, actos y mítines se celebran durante estas semanas por toda España? Seguro que, aunque viva usted en el pueblo más perdido del país, tiene la oportunidad de asistir a una conferencia del alcalde o de un representante regional. Y, claro, ¿qué hay mejor que amenizar la espera con los últimos éxitos de Shakira o de Alejandro Sanz? En cualquier caso, si tiene la oportunidad, lo mejor es que advierta a los organizadores del acto de que estamos hablando de mítines porque si lo que pretenden hacer es una fiesta las tarifas serán otras, dependiendo, fundamentalmente, del lugar y la superficie que ocupe.

Todos somos partícipes y todos pagamos

La SGAE no cobra impuestos, pero para bien o para mal es como la Agencia Tributaria. Todos somos partícipes y todos pagamos. Aunque claro, hay quien realmente sí que debería empezar a preocuparse. Por ejemplo, quien tenga una compañía de autocares debe abonar casi 1.200 euros por vehículo al año. ¿Le parece mucho? Desde luego es bastante más de lo que se cobraba hace tan sólo unos años. En 2000 y siempre según las tarifas de la SGAE , por ese mismo vehículo había que pagar sólo 511 euros.

Lo que mucha gente se preguntará es si ha subido tanto desde entonces el valor de la música. Y eso que siempre puede haber alguien más afectado. Porque si en lugar de un vehículo dedicado al transporte por carretera estamos hablando de autobuses urbanos y líneas regulares, la tarifa casi se ha triplicado. En 2000 se pagaban 129,09 euros por vehículo y ahora son 299,77 euros.

Hasta por los viajes escolares

La cantidad, que debe abonarse de una sola vez, cuando se matricula el autocar, está provocando que cada vez más empresas desconecten sus aparatos electrónicos y dejen a los viajeros sin música ni películas. En caso contrario, si la empresa no paga, la SGAE puede reclamar a los tribunales y, de acuerdo con la actual Ley de Propiedad Intelectual, tiene todas las de ganar.

A comienzos del pasado mes de enero, por ejemplo, la Audiencia Provincial de Zaragoza condenó a tres compañías de transporte escolar en Aragón – Samar, Muro y Hediaz- a pagar 6.429 euros para que los niños que viajaban en sus vehículos pudieran ir escuchando la música que, por otra parte, ya se había pagado de forma previa. ¿Y qué dice a todo esto la SGAE ? «Compartir un trayecto o un viaje con el talento y la inspiración de un creador sí tiene un precio: los derechos de los autores a quienes nosotros representamos», aseguró la entidad en un comunicado.

El pago de las compañías aéreas

Pagan las empresas de autobuses, pero también las compañías aéreas -0,15 euros por mes y plaza del avión durante el despegue o el aterrizaje y 0,31 euros para el trayecto-, las ferroviarias -33,94 euros por cada convoy en servicio, independientemente del número de unidades- y, por supuesto, los puertos, los aeropuertos, las estaciones de autobús y las de ferrocarril. Y es que la SGAE lleva el platillo hasta el último rincón del país.

La sociedad tiene tarifas para los sex-shops, los tablaos flamencos, las plazas de toros, las casetas de feria, los colegios mayores, los circos, las casas de cultura, los bingos, las boleras, las asociaciones culturales, los espectáculos de bailes regionales, las fundaciones e incluso para las asociaciones de vecinos y las bodas, comuniones y demás banquetes familiares.

Así que ya lo sabe, la próxima vez que organice un festejo de este tipo tenga en cuenta que la sombra de Teddy Bautista es alargada y que está siempre al acecho. «Nuestros derechos están enraizados en la Revolución Francesa y en la Carta de los Derechos Humanos. Sin ellos no habría creadores ni tampoco obras y viviríamos en un bucle melancólico. Somos indestructibles», ha llegado a asegurar recientemente el presidente de la entidad.

Competencia responde

¿Y no hay nadie que pueda impedir esto? Pues, si quiere que seamos sinceros, la verdad es que está más que difícil. La SGAE se ampara en la ley y tiene potestad absoluta para fijar las tasas y cuotas que considere oportunas sin que nadie pueda inspeccionarlas o decir si son excesivas.

Ahora mismo la única esperanza para los que están obligados a pagar a los artistas está en la Comisión Nacional de la Competencia. El organismo que preside Luis Berenguer abrió la semana un expediente a AIE (Asociación Intérpretes y Ejecutantes), una organización similar a la SGAE , por establecer unas tarifas abusivas a las cadenas de televisión, tal y como había denunciado previamente Tele 5. «Entre todas las entidades de gestión de derechos tenemos que abonar casi el 8 por ciento de nuestros ingresos brutos», asegura un alto directivo de la cadena. Y la SGAE sigue haciendo caja.

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