El PSOE pierde el apoyo de la cuarta parte de sus votantes del 14-M


(PD).- En la Factoria Pepiño andan descorazonados y a los guros mediáticos de Moncloa no les llega la camisa al cuerpo. Intentan sacar pecho, filtran a los periodistas que van muy bien en las encuestas pero la realidad es que no dan con la manera de movilizar a muchos de los que se echaron a las urnas en 2004, espoleados por los atentados del 11-M y empiezan a pensar que pueden perder en marzo.

La invasión de anuncios con la marca «Gobierno de España», el aviso de que Solbes seguirá, la reincorporación de Bono, la promesa de eliminar el impuesto sobre el patrimonio, el recuperado ánimo de la Fiscalía contra los batasunos, el empacho en repetir las palabras España o español en cada discurso, la apariencia de rectificación en la política ahora antiterrorista…, todos los anuncios, giros, tanteos y campañas de propaganda ensayados por el Gobierno ZP en las últimas semanas tienen un objetivo electoral obvio y son respuesta a la alarma producida por las encuestas.

Como reseña Angel Collado en ABC, una cuarta parte de los ciudadanos que votó a Zapatero en marzo de 2004 se inclinaba a finales de octubre por quedarse en casa en los próximos comicios e incluso por apoyar a otros partidos, el primero el PP.

Son datos del último barómetro del CIS, de «las tripas» del sondeo que ha llevado la preocupación al PSOE y las esperanzas de la oposición.
Los resultados del estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas servido a La Moncloa a mediados de noviembre y que llegó al Congreso hace dos semanas dan las claves de todos los movimientos del Gobierno para reconciliarse con las clases medias y los sectores del electorado situados más en el centro.

Pese a todos los esfuerzos de la ofensiva propagandística del otoño acometida por Zapatero, el electorado del PSOE sigue sin dar muestras de movilizarse lo suficiente como para garantizar una nueva victoria socialista.

POR AHORA HAY EMPATE TÉCNICO
En el estudio del CIS lo de menos es el pronóstico de «empate técnico» entre socialistas y populares con una ventaja del partido en el poder por 2,3 puntos, porque se adivina en el detalle que está basado en una participación muy alta, como la de 2004, que llegó al 77 por ciento. Los datos concretos son más negativos para el PSOE.

Sólo el 74 por ciento de los encuestados que dice haber votado a los socialistas en los últimos comicios generales se muestra decidido a repetir ahora. Otro diez por ciento elude responder y casi el 6 por ciento no votará o lo hará en blanco.

El resto se inclina por apoyar a otros partidos y la primera opción es el PP, con un 5,1 por ciento. La atracción por Izquierda Unida se limita a un 1,8 por ciento.

EL PRECIO DEL PACTO CON LOS NACIONALISTAS

La corta distancia que separa al PSOE del PP -sólo un 2,3 por ciento- es menos importante que otros datos que alarman a los socialistas. Por lo pronto, la participación estimada según ese sondeo sería del 77 por ciento, similar a la del 14 de marzo de 2004 y, por tanto, difícilmente repetible en 2008.

Dado que el PP mantiene una fidelidad de voto superior al 82 por ciento de sus votantes, mientras la de PSOE no supera el 75 por ciento, cualquier variación abstencionista hace temblar las expectativas socialistas de renovar su victoria electoral.

Además, por vez primera se ha constatado la disposición de una parte de votantes socialistas -el 5 por ciento- a dar su voto en 2008 al PP, mientras en torno al 16 por ciento ha decidido no votar o votar en blanco.
Estos datos ofrecen muchas lecturas y el problema del PSOE es que tiene poco tiempo para rectificar.

Los golpes del terrorismo y el empeoramiento del nivel de vida de los españoles -al margen de la macroeconomía en la que se refugia el Gobierno- convierten en muy vulnerable cualquier iniciativa socialista por afrontar el fin del mandato con comodidad.

La razón fundamental de que los socialistas estén apurados es que han fracasasado en el eje de su legislatura, que era la estigmatización política y moral del PP.

El PSOE creyó que podía prolongar el ambiente de la jornada electoral de marzo de 2004 durante toda la legislatura con una movilización constante de la izquierda y un acoso paralizante a la derecha.

El PP ha sabido salvar esta encerrona que pretendía el PSOE y no sólo no es el partido marginal que quería Zapatero, sino que además capta votos en el defraudado y desmotivado caladero socialista.

Por otro lado, está pasando factura también la política extremista del PSOE en este mandato. No sale gratis pactar con Esquerra Republicana de Cataluña, ni jalear a los extremismos de la izquierda y del republicanismo, ni negociar clandestinamente con Batasuna y ETA, ni hacerse aliados con autócratas como Chávez, ni poner en riesgo la viabilidad del Estado, ni desestabilizar las instituciones del Estado de Derecho.

Todo esto se puede hacer y Zapatero lo ha hecho, pero a costa de asustar a una parte del electorado de 2004 que lo apoyó por el impacto emocional de los atentados del 11-M, sin pensar en las consecuencias del cambio político.

TRES MILLONES EN EL AIRE

Zapatero tiene en el aire casi tres millones de votos de los 11 que le dieron el poder hace casi cuatro años, precisamente cuando supo aprovechar la convulsión del 11-M en su beneficio al movilizar en bloque a la izquierda y buena parte de los sectores sociales que se suelen inclinar por la abstención.

Además, el barómetro en cuestión, el último antes del macrosondeo previo a los comicios que el CIS hará en enero, indica un pequeño trasvase de voto directo de votantes del PSOE al PP, un fenómeno inédito en la primera legislatura de cualquier presidente del Gobierno.

Son datos que apuntan al cambio en vez de a la consolidación del partido en el poder, siempre que la tendencia se acentúe en lo poco que resta de legislatura, por desgaste de Zapatero o avance del PP como alternativa creíble.

Los socialistas siguen sin garantizarse la fidelidad de su electorado y pueden perder votos por el centro. A su izquierda queda poco que rascar, aunque IU esté al borde de la desaparición.

La coalición que encabeza Llamazares apenas obtuvo 800.000 votos en 2004 y entre su opción e ICV sólo suman 5 escaños. Apenas el 65 por ciento de sus electores está dispuesto a repetir y el 10 por ciento se inclina por el PSOE, un puñado de sufragios que no compensa guiño alguno del Gobierno hacia ese extremo.

DERRUMBE DE ZAPATERO
El PSOE tiene además el problema del derrumbe de la imagen de Zapatero, que sólo merece confianza para un 37 por ciento de los encuestados. Incluso entre los votantes socialistas hay un 28,6 que se fía poco o nada del presidente del Gobierno.

En materia de gestión, apenas un 27 por ciento de los preguntados considera positiva la labor del Ejecutivo, porcentaje que se eleva hasta un raquítico 53 por ciento en el caso del electorado socialista.
Frente a esos datos del PSOE, el electorado del PP se muestra mucho más fiel a la opción de Rajoy, aunque también es crítico con su labor al frente de la oposición.

La inmensa mayoría de los votantes del PP, el 82,3 por ciento, está dispuesta a repetir, aunque el 9 por ciento no sabe aún qué haría si se celebrasen las elecciones ahora mismo y un 1,7 se inclina por los socialistas.

Rechazan la gestión del Gobierno de forma abrumadora, pero un 12 por ciento tampoco aprueba la labor de la oposición. Desconfían absolutamente de Zapatero y un tercio de los mismos electores tampoco acaba de ver con buenos ojos a Rajoy.

La dirección del PP intenta convencer a sus cuadros y bases de que la victoria es posible con el objetivo de darles moral ante las semanas decisivas de la precampaña.

Todo se juega en un pañuelo y está dependiente de cualquier acontecimiento como ha podido ocurrir ya, de hecho, con el regreso de ETA al tiro en la nuca, un factor que puede romper el empate según se manejen en la respuesta los dos grandes partidos.

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