El asesino se sentó detrás

El asesino se sentó detrás


(PD).- Faltan algunos detalles y uno de los criminales sigue suelto, pero ya tenemos un relato aproximado de cómo sucedieron los hechos. Incluso del momento más dramático: el asesinato a sangre fría de los jóvenes guardias Centeno y Trapero, sentados en su coche, en los asientos delanteros, desarmados y a merced de los terroristas, uno de los cuales les apuntaba a la nuca desde el asiento trasero.

La primera versión que circuló fue que unos y otros -guardias civiles y etarras- se reconocieron mutuamente, cuando el sábado 1 de diciembre, a las nueve de la mañana, coincidieron en una misma cafetería de Capbreton y se sentaron en mesas contiguas.

La segunda teoría -que gana fuerza conforme avanzan las horas- sostiene que fueron los terroristas quienes se percataron de la presencia de los guardias y decidieron seguirlos y asesinarlos.

Esa es la versión que difunde ahora el ministro Rubalcaba, para apoyar la tesis del «tiroteo fortuito», pero en medios de la Guardia Civil aumentan los convencidos de que no fue la primera vez que los etarras -preocupados por su seguridad hasta rozar la paranoia- vieran a los agentes rondando por la zona.

Los testigos coinciden en que quienes primero abandonaron la cafetería fueron los guardias, en contra de lo difundido inicialmente.

Una de las personas presentes en la cafetería asegura que Saioa Sánchez fue tras ellos, y que incluso llegó a adelantarlos antes de que abandonaran el local.

Revelan P.O. y J.A.R. en El País que otro, que paseaba cerca del aparcamiento, declaró haber visto a la etarra de pie junto al coche de los guardias, apuntando con una pistola al joven que ocupaba el asiento del conductor.

Los guardias Centeno y Trapero fueron asesinados por la espalda y desde el interior del coche. Uno de los terroristas -probablamente el siniestro Txeroqui- se metió en el Peugeot 405 por una de las puertas traseras.

Durante unos segundos, sin poder moverse, los agentes esperaron encañonados a que el terrorista registrara el coche, constatara que en efecto se trataba de guardias civiles españoles y disparara contra ellos. A bocajarro.

Han caído ya dos terroristas y falta un tercero, el que lleva la pistola con la que se asesino a Centeno y Trapero.

¿Se trata de Txeroki?, le preguntaron el jueves los periodistas al ministro del Interior.

Alfredo Pérez Rubalcaba no dijo ni que sí ni que no, pero de lo que ya nadie duda es de que la operación en la que estaban participando los malogrados Centeno y Trapero pretendía dar caza a la cúpula dirigente de ETA, de la que, efectivamente, Mikel Garikoitz Azpiazu, Txeroki, parece ser su máximo dirigente.

Caerá, como caen todos, antes o después, desde hace 30 años.

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