Díscurso íntegro de Rajoy en la Clausura de la Conferencia del PP

Amigas y amigos,

¿Por qué algunos hemos estado encerrados aquí durante tres días? Porque necesitamos respuestas solventes. Hemos venido a trabajar para ofrecer a los españoles respuestas que estén a la altura de los problemas, de las necesidades, incluso de las exigencias de hoy.

Ahora que están a punto de cumplirse cuatro años de disparates encadenados; ahora que todo el mundo percibe la posibilidad de que este delirio termine, ahora es cuando la gente se vuelve hacia nosotros y pregunta ¿qué dice el Partido Popular? ¿Qué nos ofrece?

A los otros no necesita preguntarles nada. Ya los conoce. Ya sabe que no hacen planes, que improvisan, que viven a golpe de ocurrencias y gestos para la galería. Demasiado bien sabe la gente lo que le espera si éstos logran hacerse otra vez con el Gobierno.

Lo que pregunta la gente es si estamos preparados para poner remedio eficaz a esta situación. Y quieren que hablemos claro y que hablemos en serio. Porque no se nos permite hablar por hablar. A nosotros no se nos pide talante sino eficacia; no se espera que hagamos gestos sino que resolvamos los problemas.

¿Qué hemos hecho aquí durante tres días? Trabajar, estudiar, recopilar toda nuestra experiencia de cuatro años y buscar respuestas solventes para los españoles.

Y antes de que se me olvide, no quiero dejar pasar ni un segundo más sin dar las gracias a todos los que os habéis sacrificado para que este esfuerzo diera fruto, para que este compromiso nuestro saliera bien. ¡Porque ha salido muy bien!

Hoy podemos decir a todos los españoles:

Estamos preparados. Estamos preparados para superar el estancamiento de estos cuatro años. Estamos preparados para que España afronte con tranquilidad los nuevos desafíos del siglo XXI.

Tenemos un proyecto. El único que hay, dicho sea de paso. Si los otros tienen alguno, nadie lo conoce. O no quieren presentarlo o no es presentable o les faltan sabios.
A mí no me sorprende, porque de sobra hemos visto que su verdadero plan consiste en no tener planes. Así no tienen que complicarse la vida.

Nosotros sí lo tenemos.

España cuenta con un proyecto político, negro sobre blanco, para que todo el mundo sepa qué es lo que pretendemos, qué metas ambicionamos y cuáles son los procedimientos.

La gente necesita que seamos transparentes. Porque llevamos cuatro años en que, entre ocultaciones, engaños, cortinas de humo y maniobras de distracción, ya nadie sabe ni dónde estamos ni cuál es el rumbo.

Nosotros somos transparentes. No albergamos ningún proyecto delirante que precise sombras o disimulos para que los españoles no se den cuenta de lo que se les está cocinando: un día con ETA, otro con las opas de las empresas, otro con la Constitución… hasta las obras del AVE las esconden.

Nosotros no ocultamos nada. Ni servimos para engañar ni tenemos nada que esconder. Y somos previsibles. Todo el mundo sabe que no corremos aventuras con los intereses de la gente; que no hacemos experimentos con la Nación; que no intervenimos en las empresas; que no armamos zancadillas a la libre competencia. Se nos podrá acusar de todo menos de no hablar claro.

¿Qué es lo que proponemos a los españoles?

Comprenderéis que no es posible reproducir aquí todos los detalles del proyecto. Voy a referirme únicamente a lo más esencial.

Hemos dispuesto tres marcos de actuación.

A. Lo primero de todo, antes de construir nada, lo que necesitamos con más urgencia es asegurar el terreno y los cimientos. No se podrá construir nada serio en España mientras continúen las discusiones escolásticas que si la nación, que si el Estado, que si el castellano, que si ETA, que si la República, que si la memoria histórica… No puede ser. Estamos despilfarrando nuestras mejores energías y dejamos escapar las mejores oportunidades. Hemos perdido cuatro años y esto se tiene que acabar.

Es preciso fijar solidamente el terreno y dejarlo estar. Esto es lo primero que se debe hacer y será lo primero que hagamos en el Gobierno. Construir un Nuevo Consenso que nos devuelva la estabilidad perdida. Resuelto esto, podremos atender con eficacia a lo importante, que es mejorar el bienestar y la riqueza de la gente hoy y en el futuro.

B. El segundo marco de nuestro proyecto se ocupa de los problemas de hoy: el empleo, la vivienda, el dinero disponible.

La gente no llega a fin de mes, los precios se disparan, las hipotecas crecen…Esto es lo primero que debemos atender. El bienestar de hoy. Porque es de justicia y porque España lo necesita.

C. El último marco se ocupa del mañana.

Debemos tomar ya una serie de medidas que aseguren nuestra capacidad de competir con eficacia en un mundo globalizado en el que hemos de hacernos un sitio.

Esta es una tarea de todos, no sólo del Gobierno, y exige una sociedad dispuesta al empeño. No estará dispuesta a trabajar para el futuro si en el presente no llega a fin de mes.

En resumen. Lo que propongo es:

1º Que dejemos tranquilas las cosas que no precisan más discusión y no crear problemas donde no los hay.
2º Resolver los problemas que realmente preocupan e incluso roban el sueño a los españoles.
3º Prepararnos para el futuro.

Vamos a ver todo con un poco más de detalle.

¿Qué debemos hacer para que no se mueva el terreno que pisamos, es decir, para fortalecer nuestros cimientos? Ya lo he dicho.

Lo urgente es construir un Nuevo Consenso. En estos cuatro años hemos visto caer pulverizados todos los acuerdos nacionales que nacieron en la Transición. Todos. Es urgente recuperar un terreno común de entendimiento sobre cuestiones fundamentales. España tiene que dejar de ser una excepción en este terreno.

Lo primero que haré si gano las elecciones, será llamar al principal partido de la oposición y tratar de establecer un Nuevo Consenso institucional que despeje cualquier duda sobre las cosas que no se tocan o que se tocan de común acuerdo, porque son patrimonio de todos los españoles y no pueden estar al arbitrio de cualquier gobernante.

Este Nuevo Consenso debe dejar establecido:

-Lo primero de todo, que España no alberga más que una sola nación, una gran nación, de ciudadanos libres e iguales en derechos y en obligaciones.

-Que el Estado de las Autonomías es el que recoge la Constitución, no sólo en su título VIII, sino en toda ella, especialmente en lo que se refiere a los derechos de los ciudadanos y a los principios constitucionales de unidad, de igualdad y de solidaridad.

-Que urge una reforma constitucional limitada para corregir los defectos de funcionamiento de nuestro sistema. Necesitamos que concluya esta subasta de transferencias que no tiene más razón de ser que las conveniencias políticas del momento ni más objetivo que el desmantelamiento del Estado. El modelo autonómico no puede estar permanentemente abierto. Hemos de garantizar la existencia de un Estado viable y ello exige fijar un núcleo básico de competencias del Estado que sean intransferibles.

-Conviene establecer en Las Cortes mayorías de 2/3 para todas las reformas que afecten al bloque constitucional o a las principales instituciones del Estado. No es razonable que hoy se exijan 2/3 para elegir al Consejo de Radio Televisión Española y, en cambio, un Estatuto de Autonomía se apruebe por mayoría simple.

-Es también necesario garantizar la capacidad de Las Cortes para regular la política educativa y lingüística. Por la misma razón que las comunidades autónomas con lengua propia se ocupan de ella, la nación española debe atender la lengua en la que nos entendemos todos los españoles. No es razonable que quienes tienen la ventaja de que su lengua materna sea una de las mayoritarias del planeta no puedan utilizarla en su propia casa.

-Garantizaremos por ley el derecho a utilizar y a aprender el castellano en todas las etapas del sistema educativo en toda España.

-Debemos poner fin al chalaneo de los resultados electorales. No es razonable que quienes menos votos obtienen en unas elecciones, determinen el futuro de todos. Ése el mejor camino para que los ciudadanos piensen que su voluntad no cuenta nada. En España, en sus comunidades y en sus ayuntamientos debe gobernar quien gane las elecciones.

-No es razonable que se consulte a los terroristas sobre sus deseos o el precio de su silencio. Propondremos que el Parlamento apruebe una declaración institucional manifestando el compromiso de que no existirá ninguna negociación política con ETA. El terrorismo no admite más solución que la rendición o la derrota.

-No es razonable que la política exterior española esté al servicio de un partido, de una ideología o de una ocurrencia. La política exterior de España debe ser la que corresponde a la dignidad de nuestra nación, a nuestra historia, a nuestra posición en el mundo y a nuestros objetivos culturales y económicos. Es un instrumento fundamental para defender la seguridad de nuestros compatriotas y los intereses de nuestras empresas comerciales.

-No es razonable que un país democrático defensor de las libertades individuales, renuncie a intervenir en el mundo en amparo de la democracia y de los derechos humanos. No es razonable que nos alineemos con los tiranos frente a los disidentes tanto en Cuba como en Venezuela. Debemos recuperar el prestigio de España en Hispanoamérica.

He dejado para el final lo que más me importa.

-No es razonable que, en lugar de aunar esfuerzos y fomentar la unidad, se siembre cizaña entre los españoles.

El Gobierno del Partido Popular no permitirá que nadie alimente enfrentamientos de ningún tipo entre los españoles. Se cerrarán todas las grietas que nos han abierto estos cuatro años. A los ojos de nuestro gobierno, los españoles serán todos iguales. No haremos distingos: Ni buenos ni malos, ni blancos ni azules. Todos españoles y todos iguales. La convivencia en paz es un bien superior que no permitiremos que se sacrifique ante nada. Los españoles tienen derecho a vivir en paz.

Estas son, en resumen, las primeras necesidades, los contenidos del Nuevo Consenso que afectan a la estabilidad de nuestra Nación.

Si esto es lo que los españoles quieren y esto es lo que los españoles respaldan, esto será lo primero que les ofreceré a ellos y al principal partido de la oposición.

Vamos con el segundo marco.

Como he dicho antes, en el terreno de nuestra economía, el primer reto –que ya está aporreando nuestra puerta– es atender a las necesidades de la gente.

Los españoles están pasando dificultades económicas; dificultades que absorben toda su atención, lesionan su capacidad de progreso social y dañan al conjunto de la economía.

Sin duda es importante planificar el futuro, pero hemos de hacerlo con personas que estén dispuestas a pensar en el futuro, esto es, que no estén agobiadas por las apreturas del presente.

¿Qué se le puede proponer sobre el mañana a un español que no llega a fin de mes y que necesita toda su atención para hacer equilibrios con el sueldo de hoy?

Nuestro esfuerzo para el futuro exige una sociedad animosa, que tenga confianza, que se sienta partícipe de un proyecto común atractivo, que se ilusione con el futuro de todos.

Por eso es muy importante, en unas circunstancias en la que los precios se disparan, las hipotecas suben y los salarios no crecen, aliviar la carga de los ciudadanos. Eso es lo que le importa a la gente, eso es lo que conviene a la economía y eso es lo que hay que atender.

Cuando no hay dinero para gastar, no se compra; y si no se compra, no se vende; y si no se vende, no se fabrica; y si no se fabrica, no hay empleos; y si no hay empleos, no hay dinero…y vuelta otra vez.

Por eso, adelanto ya que, si los españoles quieren, si nos confían el gobierno, realizaremos una gran reforma fiscal para ayudar a todas las familias que lo están pasando mal.

Pondré algunos ejemplos:

-En la próxima legislatura todos los trabajadores y pensionistas que hoy ganan 16.000 euros al año o menos, no pagarán el Impuesto sobre la Renta. No pagarán ni un euro. Nuestro objetivo es que siete millones de personas que hoy pagan el Impuesto sobre la Renta dejen de hacerlo. Que no tengan que dedicar ni un mes, ni un día de su trabajo para pagar a Hacienda.

– Esto significa que, la mayoría de los trabajadores y de los pensionistas, precisamente a los que más les cuesta llegar a fin de mes, se van a encontrar con unos ingresos extras que ahora se quedan en la ventanilla de Hacienda, pero que nosotros queremos que los guarden en el bolsillo para atender a las subidas de precios, a las hipotecas y a la pérdida de poder adquisitivo.

-Además, vamos a establecer una rebaja adicional en los impuestos a todas las mujeres que estén trabajando fuera de casa. Queremos animar a las mujeres para que se incorporen al trabajo y no lo abandonen. De manera que toda mujer, por el hecho de trabajar fuera del hogar, se va a encontrar con una rebaja en sus impuestos, con más dinero en el bolsillo.

España necesita más población ocupada, más personas trabajando. España precisa de la aportación de todos; de los hombres y de las mujeres. Y son las mujeres quienes tienen más difícil el acceso al trabajo. Hay que acabar con esa situación.

¿Es posible hacer esto? Sí. ¿Sabemos hacerlo? Sí. Es posible hacerlo, sabemos hacerlo y lo vamos a hacer.

¿Por qué los socialistas no lo hacen? Primero porque no saben; y, segundo, porque, como no se fían de la gente, prefieren que el dinero lo administre el Gobierno. Eso les permite repartir regalos de vez en cuando con el dinero de todos.

-Y vamos a mejorar las pensiones bajas, las que peor lo pasan siempre. No me olvido de aquella señora que me decía en un programa de TV: ¿Cómo llego yo a fin de mes con 350 € de pensión? La vamos a ayudar, porque una sociedad que progresa tiene que hacer un esfuerzo constante para que nadie quede abandonado en el borde del camino.

El último punto que he señalado antes, es el que se refiere al porvenir.

Nuestro principal desafío es asegurar el futuro.

Lo cito en último lugar, pero deberemos ocuparnos de ello tan pronto como lleguemos al Gobierno. De hecho, los españoles tendríamos que estar preparándonos ya.

Hemos malgastado cuatro años. ¡Cuatro años! que otros países han aprovechado lo mejor que han podido para ocupar posiciones en una competición que es planetaria. Sería suicida que perdiéramos más tiempo.

Nuestro objetivo debe ser que España pueda competir en el mundo en el mismo nivel que los países de nuestro entorno: Francia, Alemania, Gran Bretaña…

Ese es nuestro sitio. Ese debe ser el horizonte de nuestra ambición. Porque esa es la senda de la prosperidad. Esa es la fórmula para que la gente viva mejor en todos los órdenes, no sólo en el económico. También en el de la libertad y la cultura y los derechos.

Pero esto no va a venir nadie a regalárnoslo. Al contrario: nos lo disputarán y tendremos que conquistarlo.

Por eso necesitamos trabajar y prepararnos y preparar a nuestros estudiantes, a nuestros universitarios, a nuestros trabajadores, a nuestros empresarios, a España entera.

Si los españoles quieren darnos su confianza, la primera instrucción que recibirá el ministro de Economía y Hacienda será que elabore un plan estratégico para mejorar nuestra capacidad para competir con éxito y asegurar el bienestar y la riqueza de los españoles de mañana y de pasado mañana.

Esto que propongo está a nuestro alcance, es un deber, tendríamos que estar ya tratando de alcanzarlo y seremos culpables por omisión si no lo alcanzamos.

Debiera terminar ya, pero no quiero retirarme sin comentar un capítulo que estimo de una importancia excepcional, tanta que de él depende más que de ningún otro lo que seamos capaces de lograr en el futuro.

Estoy hablando de la educación.

Lo primero, porque es la única garantía de la igualdad real entre los españoles. Es la igualdad que más nos importa, la igualdad de oportunidades para todos, sea uno rico o pobre, del norte o del sur. Ahora bien, si descuidamos la calidad de la enseñanza, la presunta igualdad de oportunidades se convierte en lo que es hoy: un fraude, un engaño.

La enseñanza, además, es la piedra angular de nuestro futuro. España carece de materias primas. No disponemos de mejor capital que nuestros estudiantes ni de mejor inversión que la que dediquemos a prepararlos para el día de mañana.

Pero es urgente que, sin perder otros cuatro años, nos esforcemos por ofrecerles una educación de calidad.

No debemos consentir ni un minuto más este modelo educativo que en el mundo está considerado como de tercera clase.

No es razonable que se haya convertido el bachillerato en una tarea que no se puede eludir pero en la que, mientras dura, se trata de pasarlo lo menos mal posible.

Cualquier padre con un hijo deportista acepta que el muchacho trabaje, se sacrifique, se entrene, haga todo lo posible por mejorar, trate de superar a sus compañeros… porque ese es el camino del éxito. ¡Y el muchacho lo acepta! Es el primero en apreciar el valor del esfuerzo, del mérito, de la perseverancia, de la disciplina. El primero en respetar a su entrenador y apreciar sus instrucciones.

¿Acaso estas virtudes elementales sólo valen para el fútbol? ¿No valen para el desarrollo personal, no valen para el ejercicio de una profesión, no valen para la vida?

¿Queremos la mejor formación para nuestros hijos o queremos que no se esfuercen, que no se capaciten, que no compitan, que no se sacrifiquen?

¿Queremos que estén preparados para afrontar las dificultades de la vida o vamos a mirar para otro lado?

Alguien tiene que decirles la verdad a nuestros jóvenes, y aconsejarles que hagan lo imposible para rechazar la ignorancia, para estar bien preparados, para conocer las nuevas tecnologías, para aprender idiomas… porque su vida será muy exigente, muy competitiva y la única manera de que les vaya bien, y eso nos importa a todos, es que se preparen al nivel de los mejores.

El futuro de España pasa porque acertemos en la calidad de la enseñanza. Por eso, si los españoles quieren darnos su confianza, realizaremos una profunda reforma de todo el sistema educativo.

Esto es lo sustancial de nuestro proyecto. No son palabras vacías. Son páginas medidas y meditadas. Todo lo que yo estoy exponiendo se puede hacer.

Ahora bien, o lo hacemos nosotros o no lo hará nadie. Todo esto es posible si, y sólo si, ganamos las elecciones. Si, y sólo si, quieren los españoles. Si, y solo si, salimos de este marasmo. Los españoles tienen que decidir.

A los que no quieren que las cosas cambien, a los que no han tenido bastante, a los que desean más de lo mismo, estoy seguro de que el señor Rodríguez Zapatero no les decepcionaría, porque es absolutamente perseverante. Nada puede inducirle a corregirse y hacer las cosas bien.

Todos los demás, es decir, la mayoría de los españoles, saben perfectamente que, cuando el mando de la TV se está quedando sin batería, el remedio no consiste en insistir y apretar las teclas con más fuerza sino en cambiar las pilas.

En fin, vamos a terminar.

Somos una nación valiente, pujante, trabajadora, emprendedora, capaz…
Podemos ser ambiciosos.

Yo soy muy ambicioso en todo lo que se refiere a España. Yo quiero todo lo que seamos capaces de conseguir para los españoles. No me conformo con menos.

Mis ilusiones y mis esfuerzos persiguen que los españoles vivan mejor, que triunfen en el mundo, y que –aquellos cuya opinión merece la pena tener en cuenta– nos contemplen no sólo con respeto sino con admiración.

Me llena de orgullo que aplaudan a nuestros deportistas internacionales.
Pero quiero que aplaudan a nuestros científicos, a nuestros ingenieros, a nuestros trabajadores, a nuestra capacidad para convivir en paz, a nuestro amor por la libertad, a nuestra defensa de los derechos humanos. Quiero que hagamos las cosas bien para que otros puedan contemplarse en nuestro espejo y seguir nuestro ejemplo.

Todo esto y más esta a nuestro alcance y podemos conseguirlo. Pero hay que acertar con los instrumentos, y hay que trabajar, y hay que ofrecer formulas sensatas y convicciones.

Ahora que nos gobierna alguien que no se caracteriza por la solidez de sus convicciones. Que no se sonroja por defender sucesivamente una cosa y su contraria. Ahora, más que nunca, los españoles quieren percibir convicciones firmes que sirvan de soporte para su confianza.

Y nosotros se las estamos ofreciendo.

Y, desde ellas, les convoco a un Nuevo Consenso, a un consenso de esperanza y de convicciones compartidas.

Invito a todos los españoles, sin excepción, porque, en las cosas importantes, todos los españoles estamos de acuerdo y porque en la España abierta que yo sueño, cabemos todos y hacemos falta todos.

Y ahora, queridos amigos, es vuestro turno. El vuestro y el de todos los miembros del Partido, y el de nuestros simpatizantes y el de toda persona que se preocupa por lo que pasa en España.

Tenemos un mensaje que debe llegar a todos los rincones. Tenéis que decir a los españoles que esto tiene arreglo, que no estamos condenados a vivir en la irrealidad, que vamos a poner los pies en el suelo y a vivir en serio las cosas serias de la vida.

No hacemos milagros ni prometemos fantasías. Lo que ofrecemos es trabajo y sentido común y eficacia. Los españoles os lo van a agradecer porque están deseando tener en las manos algo que sea sólido, algo que no esté hecho de gestos vacíos que se les escurre como humo entre los dedos.

Os lleváis una alternativa sólida, responsable y adulta.

Trabajar con confianza en la seguridad de que la gente reconocerá vuestro esfuerzo, y vuestra sinceridad, y ese ánimo generoso con el que os entregáis cuando están en juego las cosas de España, sus gentes, sus hijos, sus esperanzas.

Os lleváis a casa un compromiso muy importante. No lo olvidéis. Muy importante, porque es el único asidero sólido con el que hoy cuentan muchos millones de españoles.

Queridos amigos,

España se merece que alguien se la tome en serio.

Ese es vuestro mensaje.

Ha llegado la hora de que los españoles nos tomemos a España en serio.
Y con ese mensaje os despido para que empecéis desde ahora mismo a recoger la cosecha de voluntades que, cuando llegue marzo, sin ninguna duda, nos confiará la tarea de enderezar el rumbo de las cosas de España.

En vosotros confío.

Nada más y muchas gracias.

Muchas gracias a todos”.

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