Las mentiras de ZP

Este Zapatero ha conseguido que nos pongamos serios (dentro de lo que cabe). Vamos a ver si pasamos página del 11-M de verdad, majete. ¿O es que prefieres que empecemos a ver lo que has y hecho y lo que no en estos 4 años de desgobierno? Todo se resume con una palabra: PrepotenZia.

Ante a proximidad de las elecciones, la política española ha entrado en un estado de catalepsia disimulada con fuerte truculencia verbal.

Escribe Ignacio Camacho en ABC que tenemos un Gobierno parapléjico, que no reacciona ante los problemas reales, y una Administración vegetativa, pero el ruido de la trifulca dialéctica se apodera de la escena pública para ensordecerla con una virulenta bronca corralera.

Algunos periodistas se contagian de la tensión inyectada por la clase política y convierten las tertulias de análisis en palestras de insultos, mientras los más altos representantes institucionales tratan de abrirse paso en los titulares de cada día a golpe de enormidades retóricas cada vez más insustanciales.

Los discursos se sustituyen por vídeos, y las ideas por ocurrencias de canutazo mañanero. Numerosos mandatarios han sustituido las ruedas de prensa por vacuas declaraciones leídas ante un auditorio mudo; no es que rehúyan el debate, sino que directamente suprimen las preguntas.

Todo es pura logomaquia, charlatanería hueca, polémica banal y verborrea faltona que ni siquiera viene adornada por la chispa del ingenio. Ya hace tiempo que se ha sobrepasado la frontera del dislate, y estamos directamente en el territorio de las barbaridades.

En esta escalada de venablos, invectivas y agravios, el presidente de la Generalitat ha llegado a comparar el obstruccionismo del PP en los órganos judiciales con el alzamiento golpista de Franco y la intentona de Tejero.

Si las autoridades, a las que se presupone un cierto sentido de la responsabilidad, desbarran de ese modo no hay que sorprenderse del tono exaltado y cainita que se palpa en los foros de internet.

Algunos, como el ministro Rubalcaba o el propio Zapatero, comparecen con expresión contrita para tender muy solemnemente manos de concordia, pero sus esbirros ponen en circulación vídeos o rumores cargados de vitriolo.

Al PP hace tiempo que se le acabó la munición: sus dirigentes se han pasado la legislatura calificando cada decisión del Gobierno como la más grave de la Historia. Nadie parece darse cuenta, a un lado y otro de la trinchera, de que con tanta enormidad desgastan los significados y los próceres se convierten en guiñoles de barraca zurrándose como títeres de cachiporra.

Lo malo es que para las elecciones aún faltan cuatro meses, tiempo en el que estos supuestos líderes incapaces de tomar una decisión práctica o de formular una idea sugerente se muestran dispuestos a dinamitar lo poco que resta de concordia civil.

Si no se incendia del todo nuestro espacio político es porque la gente se ha acostumbrado a la alharaca y siente por sus gritones representantes el mismo respeto que por Coto Matamoros.

Algunos estrategas piensan que cargando de crispada electricidad la atmósfera lograrán incentivar la participación que necesitan para ganar. Lo que van a lograr es un clima de indiferencia en el que electrocutarse ellos mismos, o en el mejor de los casos, gobernar con su raquítica victoria sobre un país moralmente devastado por esta irresponsable tormenta de agitación e intolerancia.

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