La visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, ¿secreto de Estado?

La visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, ¿secreto de Estado?

¿Se ha plegado ZP a las exigencias de la Casa Real, incluso a riesgo de dañar las relaciones bilaterales con el reino alauí? ¿O ha sucumbido de nuevo el jefe del Estado a la utilización partidista que el Ejecutivo socialista viene haciendo de la Corona desde el principio de la legislatura?

“Ni lo uno ni lo otro”, comenta a la revista Época un destacado representante de la cúpula del Partido Popular.

Todo apunta a que en la gestación de esta visita han operado las sinergias entre presidencia del Gobierno y Casa Real. Por una parte, el Rey, cuestionado como nunca en términos de opinión pública, necesitaba apuntalar el icono positivo que representa y darse un baño de multitudes como el recibido en aquellas ciudades autónomas. Por otro, a Zapatero le urgía un gesto de afirmación de españolidad, acuciado por unas encuestas preelectorales que cuestionan su identificación con la nación.

Añade este alto cargo del PP que, “en cualquier caso, esta visita sólo puede interpretarse como un espaldarazo a la unidad de la nación, altamente positivo para los intereses de los españoles y la estabilidad constitucional, puesta en tela de juicio por las políticas de este Gobierno”.

Según fuentes de La Zarzuela consultadas por la revista Época, la decisión de que los Reyes visitasen Ceuta y Melilla a principios de noviembre se adoptó “conjuntamente” en uno de los habituales despachos que el monarca mantiene los martes en palacio con el presidente del Ejecutivo.

Aunque dichas fuentes aseguran “desconocer” el momento exacto, precisan que una visita así “no se improvisa en dos días”, y hacen especial hincapié en que “en ningún caso debe interpretarse como un viaje precipitado”.

El hecho de que tanto la fecha en que se decidió la visita como la identidad de quien fue el verdadero promotor de la misma -¿el presidente o el Rey?- constituyan poco menos que un secreto de Estado contrasta con la circunstancia de que, habitualmente, tanto la Casa Real como La Moncloa no tienen inconveniente en informar con semanas de antelación, incluso meses, de los desplazamientos oficiales de Don Juan Carlos y Doña Sofía.

Los Reyes -que en el momento de publicarse este número asisten a la Cumbre Iberoamericana que se celebra en Chile- acudirán a Viena a finales de mes, con motivo de la cumbre de la OSCE, y el viaje -como tantos otros de los monarcas o los príncipes de Asturias- es de sobra conocido desde hace tiempo.

Amenaza a las relaciones bilaterales

“Las especiales características de esta visita histórica y, sobre todo, la amenaza que siempre ha representado para las relaciones bilaterales con Marruecos explicarían en parte la supuesta discreción institucional a la que alude la Casa Real”, comenta a ÉPOCA un conocido analista de política internacional.

Sin embargo, todo hace sospechar que se trata de una decisión tan electoralista como apresurada del Gobierno Zapatero, que, por otra parte, cuadraba en estos momentos con los intereses de la Corona.

Recuerda este analista que, cuando alguien inquiría a José María Aznar por qué no se organizaba la visita real a ambas ciudades autónomas, el entonces presidente del Ejecutivo solía contestar: “Pregunten al Rey”, en clara referencia a “los miramientos de la Casa Real” con el reino alauí.

Don Juan Carlos, que tanto en Ceuta como en Melilla proclamó que “no podría dejar pasar más tiempo” sin visitar una y otra ciudad, aprovechó para presentarse en todos los discursos como el Rey “que se debe a todos los españoles”.

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