Se las prometía muy felices el líder del PP cuando se dispuso a decorar el balcón de la sede de Génova. Lo que no sabía es que iba a recibir el susto de su vida. Y no, no eran ni Maleni, ni Zapatero, ni Pepiño…
Se las prometía muy felices el líder del PP cuando se dispuso a decorar el balcón de la sede de Génova. Lo que no sabía es que iba a recibir el susto de su vida. Y no, no eran ni Maleni, ni Zapatero, ni Pepiño…
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