Callejero etarra: la ruta de la vergüenza

Callejero etarra: la ruta de la vergüenza


(PD/Agencias).- Además de asumir el asesinato de sus familiares y de sufrir el desamparo al que la sociedad las sometió durante años, las víctimas del terrorismo de ETA tienen que soportar el oprobio y la humillación de que numerosas calles, plazas y parques del País Vasco y Navarra lleven el nombre de los verdugos etarras.

Hernani, Echarri-Aranaz, Cizúrquil y Lizarza son algunos de los ejemplos más flagrantes de esta ignominia en la que se ve reflejada una vez más una sociedad donde se castiga a las víctimas con el olvido y se premia a los asesinos con lugares que les recuerdan por sus «hazañas» del tiro en la nuca o el coche-bomba, con la complacencia o la permisividad de unas autoridades que no hacen nada en esta época de revisionismo histórico.

Alberto Lardiés, periodista de ABC, ha recorrido estos pueblos en los que reina la indignidad y hace este domingo un detallado y estremecedor recuento de lo que es esa «ruta de la vergüenza».


HERNANI

Hernani, de unos 20.000 habitantes y muy cercano a San Sebastián, es uno de los feudos tradicionales de ETA-Batasuna, y eso se refleja en sus calles hasta el punto de que desde hace ocho años un parque de juegos infantiles cercano al centro histórico del pueblo lleva el nombre de «José Manuel Aristimuño, Pana», un sanguinario etarra muerto en un tiroteo con la Policía.

Una de las múltiples víctimas de «Pana» fue el comandante Jesús Velasco Zuazola, al que asesinó el 10 de enero de 1980 delante de sus hijas, a las que llevaba al colegio.

La viuda del fallecido, Ana María Vidal-Abarca, ha sido en estos años un ejemplo del coraje cívico frente a la barbarie terrorista, e incluso fundó la Asociación de Víctimas del Terrorismo.


ECHARRI-ARANAZ

En Navarra también hay hueco para este tipo de infamias. Los retratos de tres etarras -Iosu, Axio y Peio-, junto al hacha y la serpiente y unas palabras en su honor, dan la bienvenida a los visitantes de Echarri-Aranaz.

Con toda seguridad, este pequeño pueblo de 2.500 personas es el lugar que mejor escenifica la subversión de valores de esta sociedad enferma. Es de sobra conocida -no por el paso de los años se pierde la gravedad del asunto; al contrario, se agrava- la historia de la familia Ulayar.

En 1979, Jesús Ulayar, ex alcalde del pueblo, fue asesinado en la puerta de su casa por los cinco balazos que le disparó el etarra Vicente Nazábal, también vecino de la localidad. Años después, en 1996, Nazábal, que hoy trabaja en Pamplona junto al líder de Nafarroa Bai, Patxi Zabaleta, fue nombrado hijo predilecto del pueblo con los votos a favor de Herri Batasuna y las abstenciones de los dos partidos en el poder, el PNV y EA.

CIZÚRQUIL

Si lo de Echarri-Aranaz sobre símbolos que recuerdan a etarras tiene trazas de aberración moral, lo de Cizúrquil (Guipúzcoa) no aguanta comparación. Este municipio de 2.800 habitantes está gobernado por el PNV.

El pueblo se divide en dos partes, y cada una de ellas tiene la correspondiente plaza en honor a un etarra, con escultura incluida en ambos casos. En la parte baja, el homenajeado es Joseba Arregi, un miembro del «comando Madrid».

En la parte alta, el recordado es Jose Luis Geresta, más conocido como «Ttotto» u «Oker», que apareció muerto en marzo de 1999 con un disparo en la cabeza y que fue uno d elos que participó en el asesinato de Miguel Angel Blanco.


LIZARZA

La localidad de Lizarza está de actualidad desde que, en un acto de valentía y compromiso con sus ideas, la «popular» Regina Otaola se hiciera con la alcaldía en las pasadas elecciones municipales.

Pero hasta entonces, durante muchos años gobernaron el pueblo las diversas ramas políticas de ETA, y ello dejó un poso de indignidad que aún está por curar, puesto que la plaza del Ayuntamiento, este sí, con bandera española, se llama «Txirrita gudarien», en honor al etarra José Bernardo Bidaola, alias «Txirrita».

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