Esplendorosa roca disolvente del mundo
biela de los dictados soñados y vividos
la hornilla del sentido enfrentada contra el tiempo
la calma y el minuto la risa consecuente,
lentitud inventada exagerada y silvestre
al componer colmado de las legalidades
y la arista desviada al celo de los recuerdos,
despoja el perfumado de los suspiros hueros
desprotegidos traban consuelo encadenado.
Y como me venga una sola lectora y diga
que le ha gustado el texto por mí tan mal escrito
de las dagas sin tregua y de inviernos anestésicos
la sembraré con rimas algunas melancólicas,
para que no repita herida ni el despropósito
porque alguien así siempre encuentra un muy buen lugar
centrado y alejado de paredes y sombras,
la sombra iluminada que ella llama penumbra
vacía de pesares y sin nubes retoña.
Y buscando un consuelo verdaderamente ella
pide fuera un camino y se transforma al olvido
porque en el calor funde óxido de incertidumbre
y vive en el presente oteado de objetivo,
como todo equilibrio hundido sobre las cumbres
sin esperar ya nada tan tranquila y más recta
la mañana comienza claramente emergente,
apenas sin la niebla de las nuevas miserias
confiando plenamente en quién sí fue es y será.
José Pómez
http://pomez.net