Sobre determinadas ocasiones
aparecen cubiertas de luceros,
cada vez que la estrella va llorando
acelerada al filo perfumado,
hablaba de la calma de las huellas
lánguidas protegidas de respuestas.
Inventan nuevos arcos escondidos
amarillos sollozos de tristeza,
donde fueron incluso los brillantes
borradores mimados de las flores,
puntillosos raspaban los secretos
elementales hasta el treinta y uno.
Fueron los presumidos de los sueños
a los pies de los vientos insalvables,
permanecían con el cerco abierto
y era la rama de paso hasta el nido,
anudando ventana a la alegría
y al valedor de los viejos acuerdos.
Tanto la sembradora de los cielos
complaciente e incluida en espirales,
como la nubecilla de lunares
sonriente y más despierta que centella,
ocupan esas bandas laterales
son justicia y paz y por ti ideadas.
José Pómez
http://pomez.net