Esa sal de las artes zambullida
en el tiempo de tierra inexistente
se desliza por suave entre dos mundos
unidos con las risas de los niños.
Y mientras tanto esperan cuanto pueden
contemplando imposible y como fluye
de la nada al brocal de lo aparente
y en la totalidad de los sentidos.
Poco llega a ser más incierto y nuevo
como ese vino azul de los adobes
deslumbrante en jardín amurallado
totalmente de estrellas muy curiosas.
Y al resplandor sereno y diferente
el pensamiento crece y se desborda
enseñándonos como se provoca
el instante supremo más que alegre.
José Pómez
http://pomez.net