El bien tan duradero no cuenta con los números
recupera tristeza de error insoportable
difícil de aceptar con terribles ausencias
que entrañan toda falta y que al minuto que asoma
llega prescrita viva y cruel como la distancia.
Y el manto que no asoma perturba la caricia
al tardar demasiado la queja del agravio,
los llantos de los miembros, el dolor de la espera,
la injusticia de bruma y el hondo bosque extraño,
perdido e inquietante y entre dos luces brota
la maravilla alegre desde los algodones
que empezaban en lindes hasta las fatiguitas
insufribles y dulces.
Demasiadas palabras todas desaprobadas
con las salpicaduras sospechosas y alertas
en el fresco del aire que hace desfallecer
momentáneamente el terreno esclarecido
y en la felicidad de los nardos inefables.
Dilatada aplicada después comienza todo…
la incertidumbre helada que estafa los andenes
con un calor perenne recuerda y no valora,
la pirueta extremada del sueño interrumpido
desde el amanecer limpio del equilibrio;
donde no estaban presas la verdad subrayada,
la vista suave y nueva, los niños del recuerdo,
ni metas perseguidas.
José Pómez
http://pomez.net