Ya respeta la Luna el nuevo día
no te ofendas colmado de lindero
el silencio es sencillo e infrecuente
y germina de nuevo el infinito
fuera de cuenta en tasa a la bondad.
Esa estrella es la fuente celestial
la escasa lluvia acaso perfumada
como una piedrecita elemental
florecida de nardos en rastrojos
noche y día en calesa triste y negra.
Te encuentro a cada instante en la alegría
cercana y encargada de la espiga
zigzagueando arañas del espino
y en la sombra compuesta que convoca
crepúsculos exactos extinguidos.
Además amanece entre esa espuela
persiste el cristalino interrogante
persiste el dulce anhelo del hogar
persiste el universo solitario
y la separación maestra en bosque.
José
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