Los peces de madera flotan tan bien que acaban
siempre en la orilla y quedan entre piedras varados
y en el bosque de arena recuerdan cuando amaban
los sueños infinitos a los mares lanzados.
Imitaban sillones de espejo en la zancada
con un intento de recuperar a la amada,
el silbido admirable de la gloria amanece
contigo alegre sin saber muy bien lo que valen
en un lateral de tablas cuando sobresalen
entre llamas y vías la infancia que florece.
Y no diré que vuelven porque así te reirías
diré que regresaron allí donde solían
como tú muy bien sabes por escritos que irían
a confitar dulzura de las hermanas rías.
José Pómez
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