«Pobre Mundo Rico» es el nombre que llevará el Simposio Internacional sobre Pobreza y Desigualdad en el Mundo, organizado por el Club Internacional de Prensa – es decir, la Secretaría Xeral de Comunicación de la Xunta a cargo de Fernando Salgado- y la incomprensible colaboración de Caixanova. [Es curioso que una entidad bancaria patrocine una jornada de pensamiento anticapitalista].
Por la lista de invitados podemos deducir que se trata de un sarao de la izquierda nostálgica e idiota (*) donde no faltará la plana mayor de Le Monde Diplomatique, con los gallegos Ignacio Ramonet y Ramón Chao a la cabeza y otros cavernícolas menos conocidos como Carlos Gabetta, Mai Al Kaila, Gervasio Sánchez, Francisco Jarauta, Bernard Cassen, Luis Sepúlveda…
La idea del simposio es muy sencilla: denunciar que ellos son pobres porque nosotros somos ricos, versículo sagrado del manual del idiota progre. La pobreza terminará cuando hayamos puesto fin a las diferencias que caracterizan a nuestras sociedades y cuando donemos el 0,7% del PIB a la ayuda internacional, que irá a parar a las generosas manos de sátrapas africanos.
Tampoco faltarán los aplausos para el iluminado que proponga expropiar una vez más a los ricos para desterrar la miseria del Tercer Mundo, fruto del inmoral sistema capitalista, como prueban los casos de Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda o Chile. También estará el inevitable grito de justicia denunciando cómo las multinacionales saquean nuestras riquezas constituyendo una nueva forma de colonialismo. Ya se sabe que Wall Mart o Nike (¿por qué será que siempre se mencionan a empresas norteamericanas y nunca europeas, como Carrefour?) son las culpables de la pobreza en América Latina y no sus fracasadas y repetitivas políticas. Nadie mejor que la actual Xunta para auspiciar este festival de despropósitos, una administración pública que desde hace dos años se dedica a perseguir y acorralar empresas.
Por último, me atrevo a decir que alguno de estos cerebros subvencionados clamará contra la expectativa de las empresas a obtener beneficios. Es lógico: ninguno de ellos tuvo que ganarse el pan conquistando a los consumidores bajo las reglas del mercado sino que siempre contaron con un mecenas como Fernando Salgado que no duda en utilizar el dinero público para premiar sus diatribas anti-yankees.
En resumen, comercio justo y más ayuda internacional. Así se perfila para el idiota europeo el nuevo siglo europeo: a las puertas del siglo XXI el nuevo ciudadano tercermundista espera al desarrollo con un plátano en una mano y un grano de café en la otra. Vaya idea ridícula de progreso.
(*) Utilizo el término en alusión a la publicación del libro «El regreso del idiota»