Roberto Blanco Valdés a contra coririente en La Voz:
Pues bien, ahora lo sabemos: la hoja de ruta partía del supuesto falso de que ETA iba a manifestar su voluntad de dejar el terrorismo sin negociar previamente ese abandono. Aunque el término pactado entre ETA y los representantes del Gobierno para anunciar la tregua de la banda (aquel «alto el fuego permanente» que ya nada significa) hizo pensar a mucha gente que estábamos por primera vez ante algo diferente a lo de siempre, la realidad se ha impuesto finalmente. ETA no ha decidido abandonar las armas, sino negociar las condiciones políticas (autodeterminación y territorialidad) y personales (amnistía para presos y fugados) en que estaría dispuesta a disolverse. Es, justamente, ese planteamiento -que es el ya históricamente conocido, y que nada tiene que ver con el aceptado por el Parlamento- el que explica que ETA intente reforzar su posición negociadora de la única forma que sabe y puede hacerlo: volviendo a la coacción.
Antonio Jiménez va en la misma dirección en El Ideal Gallego:
ETA-Batasuna no ha cedido nada y ya ha obtenido mucho, entre otras cosas una situación de pasividad policial y judicial que le permite moverse con impunidad; ni ha condenado el terrorismo, ni va a entregar las armas, como hubiera sido preceptivo para abrir un proceso de negociación serio. Los actos de terrorismo callejero y las manifestaciones de los últimos días confirman el incremento de la presión al Gobierno para que cumpla los supuestos compromisos a los que llegó alguien en nombre de Zapatero. No hay duda, después de los comunicados y las consignas aireadas en asambleas, concentraciones y ruedas de prensa por los dirigentes de Batasuna, que actúan en la creencia de que hay unos acuerdos previos que el Gobierno no respeta. Y de ahí las reiteradas advertencias en los panfletos de la banda y en las declaraciones de los batasunos que le recuerdan a Zapatero y al PSOE que van por muy mal camino y además peligroso .
