(Se la debo a mi amigo R.D. que en nuestros días de estudio nos gustaba buscar definciones bizarras sobre problemas complejos)
Argentino: Producto de la práctica de la exogamia por parte de ejemplares residuales de las etnias europeas que fueron transportados, a fines del siglo XIX, a un inhóspito paraje sudamericano.
La génesis del Argentino constituyó un efecto indeseado de una sesuda planificación gubernamental de las importaciones. Cierto día el Dr. Alberdi, harto ya de componer minués para las tertulias vespertinas, decidió aplicar su capacidad analítica a la creación de un país: proyectó sus leyes, su régimen económico, sus habitantes.
Lo inaudito es que el gobierno criollo de entonces aprobó el programa y comenzó a promover la inmigración europea, de acuerdo con la sugerencia del eminente jurisconsulto. Alberdi sostenía que la promoción de la inmigración europea iba a producir la inmediata afluencia de una caterva de fornidos, industriosos, brillantes anglosajones (es decir, de quienes percibían los salarios reales más elevados del Viejo Continente), suposición que ocupa un sitial de honor en el catálogo de desvaríos que ilustran la inveterada ineptitud de los abogados para comprender aún los más elementales teoremas de la Ciencia Económica. Algunos especialistas arriesgan la hipótesis de que Alberdi llegó a advertir a tiempo la fina grieta en su cadena de razonamientos, dado que presto huyó del país y murió en el exilio.
Ante el a todas luces infundado temor a que el experimento eugenésico adoleciera de alguna desviación, de alguna intolerable falla, el prudente Sarmiento decidió someterlo, durante la fase de crecimiento, a la correctiva influencia de la educación pública, común y obligatoria. Tras haber hecho su invalorable aporte al celoso mejoramiento de la especie, también el ilustre Sarmiento se radicó en el extranjero.
