Reseña de The Sheltering Sky, de Paul Bowles, en clave deleuziana

Los busqué por todo el desierto y solo escuché el eco de unos gritos que no eran de esta vida. O quizá sí lo eran pero de una vida demasiado plena, de una vida en fuga, en búsqueda, puro deseo. No. Más que eso. Líneas de fuga. Port and Kit. La civilización como refugio, como la norma, como la Ley, la ciudad. Bou Noura. Sbâ. El Fuerte como el último lugar del Estado y sus pasaportes, sí, sí, ¡en el desierto! ¡Cómo si fueran necesarios! ¡Cómo si las fronteras no hubiesen sido hechas para ser burladas. Y no se daban que cuentan que yo, Kit, huía de ellos, me evadía. No era un viaje; era mucho más que eso. Era un devenir, devenir otra persona, un devenir-Kit. No hay personas ni individuos sino un flujo de sensaciones. Soy Kit, un flujo de vibraciones a flor de piel.

Y en el medio, el entre, la hierba, el desierto. “Outside in the dust was the disorder of Africa”. Miro a Kit y nunca la encontré tan bella. Justo ahora que me estoy muriendo. Pero valió la pena ser nómada, vivir haciendo cartografías, geografía y no historia. Recuerdo las palabras de Nietzsche: “Llegan como el destino, sin causa ni razón, sin miramientos ni pretextos”. Quise hacer honor a esa frase. Los nómadas no tienen ni pasado ni futuro, tan sólo devenires. ¡Cómo podríamos echar raíces en el desierto! No las llevo conmigo. Evadirse de la Ley, de la ciudad, está en mi naturaleza y es el material con que estoy hecho. Por eso te desprecio, Tunner. Sos la madera carcomida del Fuerte, el idiota insulso que se controla a sí mismo, que planifica sus pasos y sus horas. Una infidelidad te haría feliz, idiota, porque la Ley te lo prohibe. Te entiendo, aunque no tenga Ley, te entiendo y por eso mismo te desprecio. Mientras tanto, busco esos campamentos y esas carpas que contenían alguna mujer hermosa que hasta se daba el lujo de desconocerme y ni siquiera verme. ¿Acaso me estoy volviendo loco? Es que no lo entienden: ¡no tengo territorio! ¡No les pertenezco! Sus miradas esconden el dolor y el daño de la civilización. Contagian miedo. Y yo, si algo desconozco, es el miedo y la vergüenza. Sólo la muerte me produce escalofríos pero sé que muero por amor, por amor a la tierra, como el mandato de Zaratustra; y sólo se debería morir por amor, aunque sea en una inmunda ciudad sin nombre.

Y sólo se debería morir por amor, y sólo se debería escribir por esa muerte o dejar de escribir por ese amor. Escribir a esos personajes que no son sino colecciones de sensaciones y vibraciones incontrolables. Líneas de fuga. Y la fuga es una especie de delirio. Algo casi demoníaco o acaso Mefistófeles no es el que salta por los intervalos, el que vence los tiempos de los hombres, el que traiciona y chantajea. Claro, la fuga es la traición a la ley. La estafa a la civilización. La más hermosa manera de morir de tifus.

Escrito en marzo de 2000

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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