(PD/Redacción).- El diario «a la izquierda de la izquierda» tendrá que esperar. Zapatero, harto de las críticas que lleva recibiendo desde El País, pidió a sus amigos de La Sexta que lanzasen un periódico de tendencia «progre». Estaba previsto para finales de este año, pero tendrá que esperar hasta 2008.
La falta de sintonía entre los dos grandes partidos en materia antiterrorista le había valido más de un tirón de orejas al presidente por parte de El País.
Zapatero llamó entonces a sus amigos en televisión Jaume Roures y José Miguel Contreras para pedirle que le devolviera el favor. La idea de Zapatero era crear un nuevo periódico «a la izquierda de El País», más cercano a las ideas progresistas del nuevo Gobierno socialista.
Roures y Contreras habían obtenido la licencia de La Sexta a dedo gracias a Zapatero así que no podían negarse a la exigencia del presidente. Así nació la idea de crear «Público» en torno a un absoluto secretismo.
Hace unos meses, Juan Varela daba en Periodistas 21 las claves del proyecto.
Hace más de un año el estudio de Barcelona Casses i Associats comenzó a trabajar en un proyecto de diario nacional de pago. Moderno, progresista, para las nuevas élites, centrado en las grandes ciudades y con aspiraciones de liderazgo en la sociedad del siglo XXI.
Detrás, La Sexta -la última televisión analógica nacional privada- con algunos de sus promotores y ejecutivos como Jaume Roures y José Miguel Contreras al frente.
Público no es ajeno a la situación política. El PSOE y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se pueden permitir un tramo final de legislatura con una oposición del PP a cara de perro. No pueden soportar la crítica de El País de Javier Moreno en temas clave. Sus votantes lectores del diario, tampoco.
De hecho, parecía seguro que el director del nuevo periódico sería Nacho Escolar, en un intento por seguir los pasos de El País en sus orígenes, con un joven Cebrián al frente del diario de Polanco.
Fin de la tregua
Pero los últimos acontecimientos han cambiado las tornas. El anuncio del fin de la tregua de ETA ha precipitado el retraso del lanzamiento. Son muchas las voces que exigen adelantar las elecciones y desde Moncloa se ha llegado a un ‘pacto’ con PRISA para relajar el tono de los editoriales contra el presidente a cambio de no sacar lo que supondría compentencia directa para El País.
El proyecto estaba previsto que viera la luz en el último trimestre de este año. No obstante, con este pacto entre Moncloa y PRISA tendrían que esperar hasta el 2008 para el lanzamiento de «Público», previsiblemente para después de las elecciones
Distanciamiento de El País
Desde el anuncio de la tregua de ETA, El País criticó duramente la falta de sintonía entre el Gobierno y la oposición en materia antiterrorista y fueron especialmente duros después de que lso terroristas robasen un cargamento de armas en Francia en pleno ‘alto el fuego’.
El punto de inflexión lo marcó el propio Cebrián, quien publicó a principios de año y nada más asesinar ETA a dos personas en la T-4 de Barajas un artículo titulado ‘El equilibrio y el director de orquesta’ en el que acusaba a Zapatero de «aficionado».
Sin embargo, desde El País negaron a Periodista Digital que existiera esta oposición a Zapatero desde que Javier Moreno fuera nombrado director de El País. Y tampoco le da importancia al hecho de que el consejero delegado de PRISA firmara un artículo en dicha cabecera abiertamente opositor al presidente socialista.
Los editoriales hablan por sí mismos, y cada uno los puede interpretar como quiera. El País no es una especie de rebaño pendiente de lo que dice el pastor, aunque es obvio que sus opiniones son leídas con mucha atención por los trabajadores de El País y por los lectores.
Explican, como aclaración, que «los editoriales son, en última instancia, del director».
Hay una reunión semanal donde se plantean los temas y se reparte el trabajo, que es colectivo. Se hacen borradores y se aprueban, en última instancia, por el director o el director adjunto que esté en ausencia del mismo. Pero la opinión de un periódico no es una cosa de piñón fijo, porque la realidad va cambiando. Lo que pasa es que hay lectores muy radicales que lo pueden considerar como una traición.
