Las armas propagandísticas de La Moncloa

(PD).- Una portada en la revista estadounidense «Newsweek», 11 páginas en «El País Semanal», un artículo en el británico «The Times»… ¿Casualidad o fruto del aparato de comunicación del Gobierno? La máquina de propaganda no ha hecho más que empezar.

Sonriente, erguido, triunfante, sereno. Es José Luis Rodríguez Zapatero en la portada que Newsweek le dedicó el pasado mes de abril. Un subidón de autoestima para el presidente y un tanto más a anotar en la agenda de su aparato propagandístico. Mientras el Gobierno de EE UU nos da la espalda, la prestigiosa revista estadounidense le baila el agua a Zapatero y lo sitúa como modelo y referente para el resto de Europa. Buen trabajo y misión cumplida.

La misma jugada, pero esta vez made in Spain, se repitió en El País Semanal del 23 de julio. Juan José Millás, quien ya escribiera en 2001 otra extensa oda a ZP en las mismas páginas, da rienda suelta a su habilidad literaria y con una genial prosa rellena 11 páginas con las bondades y éxitos de ZP y las maldades de Mariano Rajoy. Un reportaje débilmente argumentado, pero, de nuevo, con el objetivo más que conseguido. Así lo escribe Ana Rojo para Época.

Los de Prisa no son nuevos en estas artes publicitarias y ya dieron una portada en mayo de 2004 a la “mujer más poderosa de la política en España”, María Teresa Fernández de la Vega.

El último flash mediático del Gobierno deslumbraba desde las páginas de The Times, el pasado 22 de julio. El rotativo inglés habla de Zapatero como un “líder poderoso” y resalta el “amplio respaldo social” de su política. La inexactitud se convierte en noticia en un artículo que asegura que “dos tercios de la población española aprobaron los matrimonios homosexuales”.

¿Quién mueve los hilos de la política comunicacional? ¿Hasta que punto le interesa a Zapatero su repercusión en el extranjero? Realmente, ¿controla el Gobierno los medios? ¿España va tan bien como éstos tratan de reflejar?

Una corresponsal belga califica la política de comunicación de ZP como “muy publicitaria” y reconoce que “da la sensación de que quieren utilizarnos”.

Diane Cambon, la pluma del diario francés Le Figaro en España, considera a este respecto “que no se puede comparar la política de comunicación de Zapatero con la de Aznar, que convocaba amenudo a todos los corresponsales”. Cambon alaba el hecho de que el popular organizara desayunos habituales con los corresponsales y critica que “Zapatero no haya hecho nada en dos años”.

Sin embargo, Mike Ekin de Newsweek asegura que “es mucho más fácil obtener información ahora que en tiempos de Aznar”.

Unos más amigos que otros, de lo que no cabe duda es que estos hechos ponen en entredicho el verdadero interés del presidente por proyectar su imagen en el extranjero. De todos es sabido, dentro y fuera de Moncloa, que ZP prefiere lidiar en plazas nacionales. Poco amigo de los viajes, sabe que los votos están en casa.

El equipo de fontaneros del presidente tiene su base de operaciones en la Secretaría de Estado de Comunicación, capitaneada por Fernando Moraleda. Al ex sindicalista agrario le acompañan en su misión Julián Lacalle, director general de Información Nacional y ex cronista parlamentario de Diario 16 y Europa Press; Gabriela Cañas, directora general de Información Internacional, y Angélica Rubio, directora general de Coordinación Informativa, puesto que fue creado ex profeso para la que es lamás fiel ayudante de ZP desde sus comienzos políticos.

Lo más llamativo de este órgano es la politización que ha sufrido con el nuevo Gobierno. El ejemplo más evidente lo encontramos en el área de Internacional. Hasta la llegada del Ejecutivo actual, este cargo había estado en manos de funcionarios. Pero con Zapatero los lazos entre política y periodismo se estrechan. Jaier Valenzuela, quien fuera adjunto a la dirección de El País, fue el primero en ocupar el puesto. Tras su salida le sustituyó Gabriela Cañas. También periodista, y de El País.

No es de extrañar, pues, actitudes como la que viernes tras viernes se suceden en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. A determinados medios nunca se les cede la palabra. Las preguntas incómodas, mejor evitarlas. Control.

Respecto a Moraleda, el Gran Hermano de Moncloa, “no es muy popular” entre los corresponsales, según Edward Owen, del Sunday Times británico. Muchos le critican su excesivo protagonismo en detrimento del de Zapatero y de la Vega, y de actuar más como portavoz del partido que como la voz del día a día del Ejecutivo. Junto con Rubalcaba, terrible fajador, y Blanco, es la cara más visible de la propaganda socialista.

Un éxito indudable de Moraleda es haber conseguido que las comparecencias de Zapatero sean unidireccionales. El presidente se limita a hablar y no admite preguntas, como se pudo comprobar el día en el que anunció su intención de negociar con ETA.

LAS SIT-COM DELGOBIERNO

¿Controla ZP a los medios o ellos le controlan a él? En el amplio reportaje de El País Semanal, Millás señala que Zapatero se encuentra “desde el punto de vista mediático, desnudo”. El propio presidente afirma en el artículo que ha luchado para que “los telediarios de la televisión pública sean, al fin, independientes” y que no le preocupa “el grado de reconocimiento de los medios”.

Pero el leonés sabe muy bien cuando es el momento de mover los hilos. Pese a que el Ente público no le dore la píldora todo lo que quisiera, ZP guarda bajo la manga un órdago. Al beneplácito de Prisa se ha unido La Sexta. ¿Para qué preocuparse por las migajas de una televisión pública si puede comerse todo el pastel con una nueva cadena?

José Miguel Contreras, consejero delegado de La Sexta y alma máter de Globomedia, es uno de los más fieles asesores de Zapatero en la sombra. Junto al ex director general de Información Nacional Miguel Barroso (que dejó la Moncloa para sumarse al proyecto de este nuevo canal), fue uno de los asesores de imagen de González en sus debates televisivos con Aznar.

Su influencia mediática, a través de la exitosa productora Globomedia, es indiscutible. Y Zapatero lo sabe. No hay mejor forma para transmitir determinados valores que a través de la televisión, en general, y de las series de ficción en particular. Y ahí Contreras tiene mucho que decir. Pildorita tras pildorita, series de éxito como Los Serranos van configurando un determinado modo de entender la sociedad. Otro gol de la política propagandística del Ejecutivo.

La propia política comunicacional del Gobierno parece tener un guión cual teleserie. Se trata de repetir determinadas ideas (¿a quién no le suena eso del “proceso de paz”?) y acallar las que resultan más incómodas. ¿Por qué no se habla de los explosivos del 11-M? Como señala la corresponsal de Le Soir, sólo acuden a los medios “cuando les interesa”. Léase informar sobre el Estatut catalán, el “proceso de paz de ETA”, la Constitución Europea o los muertos de la Guerra Civil.

Y a veces, ni eso. Cecile Chambraud, corresponsal de Le Monde, uno de los rotativos más apreciados de ZP, considera que “en el tema de ETA no se han esforzado en comunicar sus ideas a los medios franceses”. La periodista gala recalca que su relación con el Ejecutivo no es más privilegiada que la de otros medios y que lucha “como todos” para “conseguir la información”. Tener su despacho en la primera planta de El País debe ayudar.

El sentir general es que, en el fondo, Rodríguez Zapatero resta importancia a su repercusión internacional. Hecho que va en consonancia con el escaso peso político de España en el exterior y lo poco que se prodiga el presidente allende nuestras fronteras. Cambon señala el relevante dato de que “casi todos los corresponsales le hemos pedido una entrevista y nunca se nos ha respondido”.

Y es que no es oro todo lo que reluce. La portada de Zapatero en Newsweek correspondía a la versión europea. En EE UU se quedaron sin ver la imagen triunfal de nuestro presi. Y es innegable que el número de artículos dedicados a ZP es inferior al que en su día se le dedicaron a Aznar. Incluso las relaciones con algunos medios como es el caso delWall Street Journal (mimado hasta el extremo en la época de Aznar) no pasan por su mejor momento. Más positivas son las relaciones con la BBC y The Guardian, medios con un toque izquierdista más cercanos al socialismo de Zapatero.

El presidente prefiere maquillar la realidad en casa. Los polémicos barómetros del CIS son una de sus más preciadas armas. Unas encuestas que, en los últimos meses, ni se ciñen a la actualidad ni preguntan a los españoles por temas tan trascendentales como el Estatut. No vaya a ser que les salga rana.

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