Sandra Remón (Periodista Digital).- Rompiendo el muro de silencio establecido por los medios de comunicación tradicionales, David Gistau dedica este jueves su columna a Gallardón y sus subvenciones atípicas e Ignacio Ruiz Quintano también habla del «taller de orgías» en ABC.
La columna de este jueves en El Mundo de David Gistau dice así:
Uno de los retruécanos más celebrados de los que soltó Camilo José Cela establecía la diferencia entre estar jodido y estar jodiendo. Al alcalde de Madrid, sus ciudadanos le reprochan una obsesión por las obras, por levantar desde los cimientos del poblachón una urbe sofisticada y olímpica, que viene convirtiendo la residencia en la capital en un modo cotidiano de estar jodido.
Por eso hay que agradecerle que ahora le haya dado por compensarnos subvencionando el gerundio con dinero público. Según una información de Sandra Remón, la concejalía de Alicia Moreno aprobó, con un pretexto cultural, ayudas oficiales a Pornolab, un taller de orgías en el que se enseña a declinar fellatio «sin asfixiarse en el intento» y en el que se reivindica la legalización de los tríos para completar esa apertura social española que ya tiene superado el modelo en blanco y negro de la familia bien, gracias.
Los maldicientes no acaban de apreciarle a Gallardón esta financiación del sexo colectivo que en realidad demuestra que no todo en el PP consiste en amar a Laura. Pues menudos son los cautivos dinásticos de la moral católica cuando se meten a modernos para oxigenarse el pedigrí, entonces hasta del coito se aprovechan para argumentar el regreso a una Movida contracultural como la que tan bien supo manejar Tierno Galván para acortar las distancias con la calle y quedar como un tío enrollao. Claro, que aquellos tiempos eran otros. Y si a Tierno le bastó la teta fugitiva de Susana Estrada para consagrarse como alcalde molón y alternativo, Gallardón habrá necesitado para lograr lo mismo incluir un taller de orgías en el nuevo Siglo de Oro cultural que promociona el ayuntamiento con ese afán de mondarse la corteza carca que ya vimos cuando el invento de la Navidad pagana.
No sé si en la calle Génova, donde se aferraron a un matiz etimológico para atrincherarse contra la legalización del matrimonio homosexual, asumirán como doctrina de partido este apoyo institucional que Gallardón concede a la vindicación de los tríos. Son ya demasiadas manzanas y peras en promiscuidad de macedonia de frutas como para que a Ana Botella no le dé un soponcio, doliente ella ante los escombros de la familia tradicional a la que querría poder encadenarse como Tita a un árbol. Pero, en esta ocasión, el alcalde se ha ganado nuestro voto. No ya porque hayamos pasado de la violetera, los garbanzos y la rascadura de huevos de los del 7 a un moderno que ya querrían en Amsterdam. Sino porque la coartada cultural todo lo redime. Y ahora nos atreveremos a proponerle a la novia ese trío con el que siempre fantaseamos sin temor a que nos llame cochino:
-Te equivocas, cariño. Esto no es vicio, sino contracultura».
En ABC, Ignacio Ruiz Quintano también critica el «taller de orgías»:
En Madrid se sabía de algún taller de literaturas, donde los que no saben escribir enseñan a los que quieren escribir a ponerse el mono de escribir, de lo que resulta un escribir fabril y manufacturero, como el de don Joaquín Dicenta en «Juan José».
Ahora sabemos que también hay un taller de orgías, y subvencionado, además, por el Ayuntamiento de Gallardón, el mismo que apalea a los niños que patinan por la calle. En la cosa cultural, decir Gallardón, a quien, por cierto, hemos visto empinadísimo en el Casa de Campo, es decir Alicia Moreno, cuya secretaria, a preguntas sobre el taller de orgías municipal, dijo en la radio que su jefa, «si encuentra un huequito», iría. Allá ella.
Por la misma razón que daba Groucho para no ingresar en un club que lo admitiera como socio, uno tampoco acudiría ni a tiros a una orgía en que estuviera la señora Moreno. Nuestra curiosidad va por otro lado. Al parecer, el propósito del taller de orgías municipal consiste en el estudio y fomento del trío en el sexo.
¿Por qué tres? Freud tiene dicho que en todo acto sexual intervienen, al menos, cuatro personas, y que hay que resolver ese problema. En el taller de orgías municipal van a empezar con tres, que no es poco, con este calor, aunque, hablando de sexo, oír la palabra taller y empezar a oler a pies, por esas mágicas triquiñuelas de la sinestesia, todo es uno. Di Stéfano decía «la fábrica» para referirse al Bernabéu.
En el Ayuntamiento dicen «el taller» para referirse al revolcón de la era. ¡Cualquiera sale por esos pasillos municipales diciendo «me voy a llevar el coche al taller»! Hombre, tratándose de la concejala Moreno, Gallardón querrá que elevemos el debate al hilo del taller de orgías municipal. Nos pedirá que sigamos a Platón en su distinción entre el erotismo de Sócrates, que afirma ignorarlo todo menos el erotismo, y la representación del deseo en Homero, para Platón un camino hacia la tiranía. ¿Será un camino hacia la tiranía platónica la representación del deseo municipal en un taller de orgías? El concejal Calvo, escondido en el cestito de los hilos de Gallardón, no contesta. Nunca lo ha hecho, y por eso hace carrera».
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ENLACES RELACIONADOS
– Los talleres del sexo financiados por el Ayuntamiento de Madrid
– «Yo viví Pornolab 2006 gracias a la subvención del alcalde Gallardón»
