El Papa que derribó el muro de los tópicos

(PD).- Se decía de él que era un pánzer, la señorita Rottenmeyer de la Iglesia. Tópico que ha saltado en pedazos tras el primer año de pontificado. Amable en el tono, persuasivo, ligero como un minueto de Mozart… Su actuación en Valencia, donde algunos esperaban ver al martillo de herejes, ha demostrado su elegancia… y su inteligencia, acaso el rasgo más definitorio de Benedicto XVI.

La imagen deformada que se tenía de él era fruto del sambenito de gran inquisidor que cierta prensa le colgó durante su etapa como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Así lo escribe Alfonso Basallo, director de Época.

Ratzinger no cedió un milímetro en materias fundamentales, ya que, como él mismo subraya a su biógrafo Peter Seewald, tal cosa equivaldría a aguar el mensaje de Cristo.

Pero lo ha hecho siempre sin rehuir el diálogo con el mundo contemporáneo, sin dejar de interesarse por la deriva del hombre moderno y sus problemas reales. Y con un infinito respeto por las personas.

La fe que Ratzinger ha defendido como un cancerbero está íntimamente conectada con el amor. El panzerkardinal que algunos veían poco menos que como un nazi con sotana dedica su primera encíclica ¡al amor! Deus est charitas. Y afirma cosas tales como que “Dios nos ama no porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno. Nos ama a pesar de que nosotros no tenemos nada que ofrecer; nos ama incluso con los andrajos del hijo pródigo”.

¿Intransigente? ¿Alguien que asegura que “la mujer es la que más paga los platos rotos de nuestra cultura técnica, que es en sí una cultura masculina. Es la cultura del hacer, del éxito, de los resultados, marcada por parámetros típicamente masculinos”?

El segundo gran tópico que Benedicto XVI ha deshecho es el de la oposición de fe y razón y el abismo entre la Iglesia y el mundo. Siguiendo los pasos de su predecesor, el Papa ha demostrado no sólo que se puede alcanzar la verdad, frente a la tentación relativista; sino que los grandes avances de la razón, con la Ilustración en primer término, son fruto del cristianismo.

Basten dos ejemplos de grandes conquistas de la modernidad: los derechos humanos y la separación de Iglesia y Estado. El núcleo esencial de los primeros -dice el Papa- está contenido en los Diez Mandamientos. Y fue el cristianismo el que suprimió el carácter sagrado del Estado, cuestionando la construcción fundamental de todo el Imperio Romano.

Claro que el cristianismo no es sólo un factor de libertad, ni una teoría… sino un acontecimiento: la encarnación del hijo de Dios para salvarnos a todos. Como subraya Benedicto XVI, Dios ha entrado en el mundo, ha intervenido en la Historia, mediante una persona, Cristo.

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