Más sombras que luces en la II República

Más sombras que luces en la II República

Juan C. Osta (PD).- 2006 ha sido declarado por el Congreso el año de la «Memoria Histórica». Se ha querido aprovechar el 75 aniversario de la II República para sacar adelante este polémico proyecto. Una época que reivindica constantemente el presidente del Gobierno que tiene sus luces y sus sombras. Un informe de quince prestigiosos historiadores nos aclara diversos puntos de esos turbulentos años.

Stanley Payne, Fernando García de Cortázar, Angel Bahamonde, Luis Suárez, César Vidal, Pío Moa y David Solar, entre otros, dan su opinión en un informe para la revista Época de un periodo de la historia que sigue levantando ampollas en amplios sectores de la sociedad española.

Balance: el régimen persiguió a los cristianos, ejecutó a más de 6.800 religiosos, dividió a España y cayó en la violencia y la corrupción. Alcalá-Zamora y Besteiro, los políticos mejor valorados. Además, Manuel Azaña, figura clave en la II República, es el político peor valorado por quince especialistas sobre aquel régimen.

La mayoría ensalzan su capacidad política e intelectual, pero le critican su personalismo, su dogmatismo y su alejamiento de la realidad. Frente a Azaña, destacan, como mejor valorados a Alcalá Zamora y Julián Besteiro.

El balance global del régimen salido del 14 de abril de 1931 es más bien negativo. La mayoría coinciden en resaltar las grandes esperanzas de modernización de España y regeneración de la política que suscitó, pero subrayan que se vieron defraudadas por las luchas internas entre los dirigentes, la falta de entendimiento entre izquierda y derecha, el atropello de las libertades y el recurso a la violencia.

La intentona de Sanjurjo de agosto del 32 y el golpe del 18 de julio del 36 por parte de la derecha; y la Revolución de Asturias en el 34 por parte de la izquierda, demuestran que ni unos ni otros estaban muy interesados porque perviviera el proyecto de republica liberal y burguesa soñada por sus mentores.

Además, la II República desató una ola furibunda de anticlericalismo, como afirma José Francisco Guijarro, postulador de las canonizaciones de mártires de la Guerra y autor del libro “Persecución religiosa y Guerra Civil” (La Esfera). Sostiene que “los obispos, sin excepción, recibieron bien la República”, pero que, algunos elementos dirigentes del régimen estaban empeñados en definir a la Iglesia como enemiga de la República.

Más de 6.800 sacerdotes y religiosos, 11 obispos, y una cifra incalculable de seglares fueron ejecutados –y en muchos casos torturados- por declararse católicos e ir a misa.

Además, el régimen terminó cayendo en la esfera del estalinismo. Así, los agentes soviéticos fueron clave en la desaparición, tortura y muerte de Andreu Nin (líder del POUM) con la complicidad del jefe de Gobierno, Juan Negrín (PSOE); e Indalecio Prieto, ministro de Defensa, pidio ayuda a la aviación soviética para bombardear el cortejo fúnebre del general Mola.

REVANCHA HISTÓRICA

El Congreso de los Diputados sacaba adelante hace unos días, con el único voto en contra del PP y la abstención de ERC y PNV, declarar al actual año 2006 como Año de la Memoria Histórica.

La proposición de ley aprobada con 174 votos a favor, 135 en contra y 13 abstenciones, reconoce a la II República (1931-1936) como antecedente de la actual democracia e insta al Ejecutivo a que promueva durante este año actos de homenaje a quienes fueron víctimas de la Guerra Civil española y del franquismo e hicieron posible el régimen democrático instaurado con la Constitución de 1978.

El texto remitido por el Senado modifica la exposición de motivos aprobada inicialmente en el Congreso, subraya el papel de la Constitución Española como «instrumento de concordia y convivencia para el futuro» y considera oportuno honrar a quienes trabajaron por la democracia.

Este reconocimiento vendrá acompañado de la puesta en circulación de sellos conmemorativos y la edición e incorporación a las bibliotecas de libros y vídeos pedagógicos sobre la recuperación de la memoria histórica de la II República, la represión franquista y la lucha por las libertades.

Las reacciones no se hicieron esperar.

Un ejemplo; el editorial de ABC del día siguiente, titulado «Memoria y revancha«:

«El Partido Socialista continúa empeñado en reabrir viejas heridas que la sociedad española había cerrado con sensatez durante la Transición. El Congreso de los Diputados aprobó ayer una proposición de ley sobre la declaración de 2006 como año de la «Memoria Histórica», considerando a la Segunda República como antecedente del sistema constitucional vigente y urgiendo la aprobación inmediata de una normativa que rehabilite a las víctimas del franquismo».

Desde el periódico de Vocento sostenía que «sólo la historia debe juzgar y no existe razón alguna para enfocar la política actual bajo el sofisma de `vencedores´ y `vencidos´ y, menos todavía, de los hijos o los nietos de unos y de otros«, en clara referencia al final de la II República y la Guerra Civil.

Aunque reconocía que, por fortuna, «la España contemporánea no se parece en nada a la del periodo 1931-1936«. Y es precisamente por eso por lo que ve innecesario y peligroso el texto aprobado por el Congreso:

«No hay lucha de clases, ni cuestiones agrarias o religiosas, salvo las crisis provocadas de forma artificial. Solo el oportunismo y una visión estrecha del interés partidista pueden explicar -pero nunca justificar- la ofensiva emprendida desde el PSOE y alguno de sus aliados para quebrar el consenso básico exigido por una sociedad democrática, aunque el texto aprobado en el Congreso no se priva de hacer una alusión a la Constitución como fuente de `concordia´, en un extraño guiño que refleja la inconsistencia de estas maniobras. Todo vale al parecer, aunque suponga crear un nuevo motivo de malestar en una sociedad crispada por decisiones que atentan contra el modelo constitucional vigente».

Y concluían:

«En el mundo altamente competitivo de nuestros días, un país que se empeña en poner piedras en su propio camino juega con evidente desventaja respecto de las sociedades que piensan en anticipar el futuro y no en revivir el pasado».

REMOVER LA HISTORIA

La misma noche en la que Gregorio Peces-Barba volvía a hacer alusiones a «buenos y malos«, con Santiago Carrillo entre su público, la estatua de Franco de la Castellana madrileña era bajada del pedestal. Ahora el ministro Alonso, actual titular de Defensa, asegura que tiene la intención de retirar la estatua del general Franco de la Academia Militar de Zaragoza, de la que fue director.

El Gobierno de Zapatero se ha propuesto acabar con cualquier signo del bando vencedor de la Guerra Cívil, lo que ha provocado la reacción airada de parte de la sociedad que pide que se retiren, entonces, los símbolos del otro bando, el republicano.

Ya en el discurso de investidura el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sacó a colación a su abuelo, un militar del banco republicano asesinado por los nacionales en la Guerra Cívil. En varias ocasiones Zapatero ha mostrado su absoluta devoción por este periodo turbulento de nuestra historia más reciente. Pero a este entusiasmo se han sumado diversas personalidades.

SANTIAGO CARRILLO; LA SESGADA MEMORIA

Santiago Carrillo ha seguido practicando su particular «memoria histórica«. En una determinada ocasión llegó a afirmar que el PP se parece «como una gota de agua a la derecha clerical que teníamos en 1936«. Pero no era la primera vez que Santiago Carrillo intentaba equiparar al Partido Popular con la derecha del año 36. El comunista afirmó que la actitud del PP de «echarse al monte» sería la consecuencia lógica de un enfrentamiento civil en España aunque añadió que, «por fortuna, ahora no hay un Ejército que se pueda sublevar, como en 1936«.

La polémica que siempre encierra la figura de Carrillo llegó a su punto más alto cuando fue condecorado por la Universidad Autónoma de Madrid con el doctorado «honoris causa«. Desde diferentes colectivos se consideró intolerable que una persona acusada por diferentes historiadores de ser el responsable de los fusilamientos indiscriminados de más de 5000 personas en Paracuellos del Jarama fuera la galardonada.

El ex dirigente comunista era investido ‘honoris causa’ por la Autónoma en reconocimiento a sus «extraordinarios méritos, y de forma significada a su contribución a la política de reconciliación nacional, y su decisiva aportación al proceso de transición democrática en España«.

Aunque la decisión del nombramiento fue respaldado por 150 claustros algunos sectores no han tardado en criticar la medida; al igual que los jóvenes que acudieron a sabotear el acto de investidura bajo los gritos de «genocida» desde muchos sectores se consideró que la investidura ha sido un «vejación a las víctimas» refiriéndose a las víctimas de Paracuellos cuyos asesinatos han sido atribuidos al ex secretario general del PCE.

Sobre Paracuellos, el historiador Ian Gibson reconoció en una entrevista que Carrillo podría haber estado implicado en los asesinatos de los nacionales cuando era consejero de Orden Público de la Junta de Defensa aunque no cree que Largo Caballero «autorizara los fusilamientos«. El historiador César Vidal apuesta también por la tesis de la responsabilidad de Carrillo en la terrible matanza de Paracuellos.

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