¿Cómo se hacía todo cuando no existía todavía Internet?

(PD /A gencias).- Con el ordenador, muchas de nuestras rutinas y costumbres cambiaron. Pero cuando ese ordenador se conectó a otros el giro en nuestras costumbres fue copernicano.

Se pregunta Antonio Baños en ADN:

¿Recordamos cómo era la vida antes de Internet? ¿Sabríamos movernos sin ella?

Por eso de que hoy se celebra el Día de Internet, he aquí algunos ejemplos de cosas que eran imprescindibles y que ya no utilizamos.

LOS SELLOS

No es por hacer leña del árbol caído con la presunta estafa del Fórum Filatélico y AFINSA pero una de las cosas que más rápido han desaparecido de nuestros hábitos es la cultura postal.

Desde que en la baja Edad Media la familia Thurn und Taxis se hiciera con el monopolio del sistema postal europeo, la facilidad para enviar cartas no paró de crecer.

Los sistemas postales cohesionaron durante el siglo XIX las realidades nacionales de todo el mundo. Alrededor de ellas se desarrolló toda una cultura y un uso del lenguaje. Los epistolarios, la filatelia, la tarjeta postal inventada en 1865 por Henry Von Stephan, funcionario austrohúngaro, se convirtieron en un riquísimo código que se ha sustituido por el protocolo del e-mail.

La crisis del sello es, si no oportuna, simbólicamente explicable.

EL REGATEO

Uno de los placeres perdidos del mundo de los ricos es el del regateo. O así debería serlo. Rastros, mercadillos y bazares aún mantenían la costumbre del diálogo entre cliente y vendedor. Uno de los grandes éxitos de la red han sido las páginas de subastas online. En ellas, el comprador puede acceder a cualquier producto en cualquier mercado sin desplegar esa magia de la comunicación no verbal que era el regateo.

LA VENTANILLA

Se trata de un artículo escrito en 1833 pero que ha tenido vigencia hasta hoy. El título, «Vuelva usted mañana» y el autor Mariano José de Larra. En dicho artículo se describen las angustias de un ciudadano frente la imagen más cercana, estrecha y a menudo, cruel del estado moderno: la ventanilla.

Hoy, nuestras gestiones, la compra de todo tipo de billetes y reservas tiene la asepsia de una pantalla plana. Hemos acabado con el escepticismo de los taquilleros o las interminables peticiones de pólizas de los funcionarios. ¿O quizá no?

LA CANCIÓN DEL VERANO

Al llegar el final de la primavera, más o menos por estas fechas, las emisoras de radio y televisión emitían un veredicto irrevocable: la canción del verano. Ésta se decidía en una ininteligible ecuación entre discográficas, emisoras y público que acababa por dar casi siempre el mismo resultado: Georgie Dann.

Hoy, incluso un tema tan serio como este está en manos de los usuarios de la red. El ejemplo más palmario está en El Koala, un cantante que colgó su tema Opá, yo vi a hacer un corral en las redes peer to peer. El éxito ha sido fulminante y a rebufo del movimiento popular ha venido el industrial. En la industria discográfica los ejemplos son cada día más numerosos: Arctic Monkeys o Clap your hands and say yeah son versiones internacionales de esta nueva «democracia del gusto» que ha traído Internet.

LA ENCICLOPEDIA

Desde que Denis Diderot y Jean d´Alembert decidiesen en el siglo XVIII reunir todo el saber humano en un principio de hipertexto llamado enciclopedia, éste libro se convirtió en clásico obligado en las estanterías de los hogares de medio mundo. Tener una enciclopedia era tener el mundo en casa. Los enciclopedistas pasaron pues, a ser seres descreídos que ponía por igual al saber divino y al humano.

Hoy, todo el saber habita en el inmenso espacio virtual que existe entre nuestros ordenadores. Tim Berners Lee, uno de los padres de Internet explica que la nueva revolución vendrá con la red semántica. Un Internet que, más que almacenar conocimientos, sepa contestar de manera precisa a nuestras preguntas. El nuevo oráculo. Mientras llega, tenemos la Wikipedia.

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